Hablando de seguridad en la mañanera, la doctora Sheinbaum hace un llamado a los jóvenes a no unirse a grupos criminales: “No es una opción de vida, es de muerte”.
El aumento de la delincuencia en México es un fenómeno que ha marcado profundamente la vida política, social y económica del país. Como parte de esa historia, la muy mal llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada en 2006 por un presidente y un secretario de seguridad que hoy son muy cuestionados por sus nexos, las estrategias de seguridad implementadas por los mandatarios han tenido efectos mixtos.
Por un lado, se han desarticulado grandes grupos delincuenciales, pero, por otro, ha llevado a la fragmentación de estas organizaciones en células más pequeñas y violentas. Este proceso ha intensificado las “disputas territoriales” y ha incrementado los índices de homicidios relacionados con grupos criminales.
A nivel nacional, se leen y se ven noticias sobre el CJNG o el de Sinaloa, quienes supuestamente “han dominado” el panorama criminal, expandiendo sus operaciones a través de estrategias violentas. Sin embargo, esta expansión no sólo afecta a las grandes ciudades o regiones tradicionalmente asociadas con ese tipo de delincuencia, sino que también ha alcanzado a estados considerados más seguros, como Querétaro.
Nuestro estado es famoso por su estabilidad económica y social, sin embargo, ha comenzado a sentir los efectos de esta ola de violencia. Recientemente el caso del bar Los Cantaritos dejó un ejemplo alarmante de la situación. Está por demás describir lo sucedido pues fue un evento que quedará marcado en nuestras memorias, además, fueron semanas muy duras para nuestra sociedad.
El hecho se vinculó a disputas entre el CJNG y el de Santa Rosa por las autoridades tanto nacionales como locales, lo que evidenció que Querétaro no es inmune a la violencia. La presidenta ha instruido a Omar García Harfuch para luchar en contra de un sistema corrompido desde el interior para poder limpiar desde adentro a todas las corporaciones, gracias a ello, en nuestro estado han asestado golpes importantes en materia de seguridad.
Las investigaciones posteriores revelaron la participación de una célula delictiva y posterior detención de una persona que podría estar relacionada con los hechos de violencia en nuestro estado, en un operativo conjunto entre autoridades estatales y federales. Este caso subraya la importancia de la coordinación entre distintos niveles de gobierno para enfrentar delitos de alto impacto.
Aunque Querétaro sigue siendo uno de los estados con menores índices de violencia en el país, nunca debemos olvidar que la delincuencia no respeta fronteras ni contextos socioeconómicos. La lucha contra la delincuencia requiere un enfoque integral que combine inteligencia, cooperación interinstitucional y políticas que aborden las causas estructurales de la violencia.
Querétaro necesita transformarse desde adentro. No hay que olvidar que si se hace lo mismo, tendremos los mismos los resultados.