La desesperación del gobierno de los Estados Unidos ante el avance comercial de China lo ha llevado a amenazar con la aplicación de aranceles a varios países del mundo. La primera amenaza fue contra México, Canadá y China. Posteriormente fue en contra de los países que conforman a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica más los nuevos integrantes: Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán e Indonesia). Recientemente se agregó la amenaza en contra de Colombia.
La razón de poner aranceles a productos producidos en el extranjero es puramente comercial, para favorecer los intereses económicos de los Estados Unidos.
Efectivamente, en días recientes Trump envió un “sencillo” mensaje a empresarios: “mi mensaje a todas las empresas del mundo es muy sencillo: vengan a fabricar su producto en Estados Unidos y les ofreceremos uno de los impuestos más bajos de cualquier nación de la Tierra. Pero si no fabrican su producto en Estados Unidos, entonces sencillamente tendrán que pagar un arancel”. Estas palabras de Trump desnudan su verdadera motivación para sus amenazas sobre la aplicación de aranceles. En el caso de México y de Canadá, los pretextos para poner aranceles son la migración ilegal y el tráfico de fentanilo a EU.
Pareciera ser que Trump está muy, pero muy, preocupado por el tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos. Sin embargo, en ninguna de las decenas de “órdenes ejecutivas” que ha firmado hasta ahora hay alguna que tenga que ver con la disminución del consumo de fentanilo en los Estados Unidos, ni tampoco ninguna que trate de frenar el tráfico ilegal de armas hacia México y Canadá, armas que sirven para potenciar a los cárteles de las drogas. Tampoco hay ninguna medida en contra de las casas farmacéuticas que son las que han promovido el consumo de fentanilo en los Estados Unidos. Nada en contra de los médicos que recetan opiáceos sin que sea necesario.
Nada en contra del lavado de dinero de las ganancias por la venta de droga al interior de los Estados Unidos. Y, por supuesto, nada en contra de los cárteles de la droga norteamericanos, esos de los que nunca habla ni el gobierno norteamericano ni la DEA, esos que fabrican fentanilo ilegal al interior de los Estados Unidos, esos que importan precursores químicos para la fabricación de fentanilo, esos que distribuyen fentanilo a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos. Porque el fentanilo no se distribuye solo de manera mágica. Nadie puede ser tan ingenuo como para creer eso.