Se reconocía como sobreviviente de una época. En el festival de Cannes de 2010, presentó la versión restaurada de la película El gatopardo, dirigida por Luchino Visconti en 1963, basada en la novela de Tomasi de Lampedusa, con el mismo título. Claudia Cardinale, la actriz principal, estaba presente en el evento de Cannes. Alain Delon, en ese momento de 74 años, dijo: “Menos Claudia y yo, el resto ha muerto. Así que comparecemos aquí como meros supervivientes”.

Unas horas después de su muerte, ocurrida el domingo 18 de agosto, Emmanuel Macron declaró: “Melancólico, popular, secreto, era más que una estrella: un monumento francés”. Una declaración atrevida, proveniente del presidente de un país donde abundan figuras históricas sobresalientes a nivel mundial en arte, ciencia, política, moda, gastronomía, filosofía y literatura. En su cuenta de la red X, Macron colgó fotografías del actor en sus papeles estelares: el señor Klein, Rocco, el gatopardo, el samurái.

El mundo esperaba su partida. En los últimos años, las noticias sobre Delon giraban en torno de los conflictos entre sus hijos relativos al cuidado de su salud. Crecía la leyenda de este hombre de rostro perfecto, mirada altiva y un cuerpo que parecía hecho a propósito para que los grandes diseñadores de ropa crearan colecciones enteras.

Alain Fabien Maurice Marcel Delon Arnold nació en 1935, en un suburbio de París. Su familia pertenecía a la clase alta. Sufrió el divorcio de sus padres cuando tenía cuatro años. Vivió la infancia con padres adoptivos, fue expulsado a causa de su rebeldía de varias escuelas e internados, para dejar los estudios a los catorce. Se enlistó en la Marina, fue paracaidista durante la guerra de Indochina.

Los eventos de una vida inestable, incluso los más dolorosos, son material precioso para un artista. En su juventud, Delon fue camarero, portero, secretario y vendedor. En esa época, recibió una invitación para acudir a Cannes, donde conoció al productor de cine David O. Selznick, quien le ofreció trabajo en películas de Estados Unidos que le requerían hablar inglés. En lugar de hacer una carrera en el extranjero, se quedó en Francia, donde fue contratado por Yves Allégret.

Su primera cinta fue filmada en 1957. Tenía 22 años. Europa vivía un momento de esperanza, después de dos guerras cruentas, que involucraron a grandes potencias. Delon significaba la juventud, la belleza, la esperanza en el futuro.

Encarnó a personajes inolvidables, como Rocco, en la película de Visconti dedicada a los hermanos Parondi: Simone, Rocco, Ciro y Luca, quienes acompañan a su madre, Rosaria, en un viaje que va de su pueblo natal a la ciudad de Milán, a donde emigran en busca de oportunidades para salir de la pobreza. Este tema universal, tan antiguo y tan nuevo.

Delon, como otras estrellas de la pantalla, dejó huellas en el pensamiento, conducta y creencias de millones. Claro que los actores dicen palabras escritas por otros, bajo la dirección de otros, en escenarios diseñados por otros. Sin embargo, la manera en que se mueven marca la forma de moverse de sus contemporáneos. De la misma forma, influyen en el habla, gestos, ropa, valores y tradiciones de una época.

El arte imita a la vida, la vida corresponde imitando al arte.

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