Era brillante, talentoso y sensible. Un gran poeta, con obra traducida y versos premiados. Se llamaba Craig Arnold y era hijo de mis entrañables amigos John y Judy Arnold. Nacido en 1967, vivió desde niño en Estados Unidos, Europa y Asia, gracias al trabajo de su padre. Era doctor en escritura creativa y fue profesor en la Universidad de Wyoming. Amante de los volcanes, cuya belleza atrapó en palabras y convirtió en poemas, viajó a Japón en 2009, donde recorrió las islas de Kuchinoerabujima. La mañana del 27 de abril, salió de su habitación de hotel para escalar un volcán activo y nunca más regresó. Atraído por el misterio insondable de aquella montaña de corazón ardiente, no midió el peligro. En momentos, los impulsos son más fuertes que la cordura. Los gobiernos de Japón y los Estados Unidos unieron sus fuerzas para localizarlo y grupos de especialistas lo buscaron sin descanso por varios días con los equipos más sofisticados, por tierra y por aire. Sus padres enfrentaron la incertidumbre y después la pérdida en un proceso que destruiría a quienes carecen de su equilibrio emocional, de su vida espiritual profunda y firme. Han vivido un dolor tan hondo y palpitante como un cráter volcánico. La desaparición de Craig estremeció vidas con fuerza telúrica. Dejó un valioso legado poético y un recuerdo que no morirá.

John Raede nació en Alemania, con el don de aprender lenguas. Dominó el arte de enseñar gramática, fonética y signos de escritura. Dicen que cambiaba de personalidad al hablar cada idioma, sobre todo los orientales: hacía ademanes, subía o bajaba el volumen de su voz según se requiriera. Fue lingüista y profesor en Westmont College, de Santa Bárbara, California. La vida quiso que años después yo fuera profesora de español y literatura hispanoamericana en esa institución, cercana a mis afectos. En 1983, Raede viajó a Indonesia para profundizar su conocimiento de idiomas. En el momento de su desaparición, llevaba consigo más de mil dólares americanos. Lo más probable, según los responsables de su búsqueda, es que fuera víctima de un robo y posterior asesinato. En su juventud, el profesor fue encarcelado por los nazis por ayudar a la resistencia francesa. Su primera mujer murió en el campo de concentración de Auschwitz. Conocí esta historia en 2007, cuando el recuerdo de sus clases seguía en la memoria de muchos colegas.

Los más vulnerables son los niños desaparecidos. Según World Population Review, en Estados Unidos, cada día se reporta la pérdida de hasta 2,300 menores. Muchos captores son padres o madres sin derecho a la patria potestad que esconden a sus vástagos. En India, debido a su enorme población, se reportan 88 casos de personas perdidas por hora.

Las desapariciones forzadas son causa de movilizaciones y búsquedas en todo el mundo; la trata de personas es uno de los delitos más extendidos, vinculada con la esclavitud, la prostitución y otros delitos. Inclusive países desarrollados como el Reino Unido presentan estadística de alta incidencia: 180 mil personas se pierden cada año. México, mi país, enfrenta un problema tan serio y grave que merece un texto aparte.

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