Carol, hija de Margaret Thatcher, tuvo que enfrentar a la prensa en junio de 2009 para hablar sobre la enfermedad mental que sufrió la baronesa que fuera Primera Ministra de Inglaterra. La familia y sus allegados no pudieron ocultar por más tiempo el hecho de que la Dama de Hierro, la estadista cuyo pensamiento transformó la historia del mundo, tuvo que luchar contra la demencia senil en los últimos años de su vida. Murió el 8 de abril de 2013, de un infarto.

Contaba Carol Thatcher que cada mañana, al desayunar, su madre preguntaba por su marido, Denis. Entonces, la hija que la atendía se veía en la terrible obligación de decirle que su compañero de vida había muerto en el 2003. Margaret se sumía en un dolor insufrible, lloraba como una niña desamparada. El resto de la jornada, la acción de los medicamentos y la ayuda que recibía de sus seres amados le permitían llegar a la noche y dormir: conciliar un sueño dentro del sueño en que se habían convertido sus horas de vigilia.

Ronald Reagan, poderoso presidente de los Estados Unidos, quien compartió con Thatcher la toma de decisiones fundamentales ante acontecimientos de política internacional y por tanto de la economía global, escribió una carta el 5 de noviembre de 1994 que hizo llegar a los medios de comunicación.

Dicen los principales párrafos del mensaje de Reagan: “Me han dicho recientemente que soy uno de los millones de estadounidenses que padecerán la enfermedad de Alzheimer. Al enterarme de ello, Nancy y yo tuvimos que decidir si, en cuanto ciudadanos, trataríamos esta noticia como un asunto privado o si la divulgaríamos públicamente”.

Ellos habían superado el cáncer. “Nuestras revelaciones nos demostraron que podíamos sensibilizar al público. Nos alegramos de que muchas más personas se sometieron a las pruebas diagnósticas, recibieron tratamiento y pudieron recuperar una vida normal y saludable”.

Los Reagan tenían una pecera con una reproducción de la Casa Blanca de Washington. Los peces nadaban alrededor de la figura. Un día, el ex presidente se quedó viendo a la pecera, metió la mano al agua empapando la manga de su camisa y sacó el pequeño objeto de plástico. Le preguntó a su mujer: “¿Qué es esto? Siento que tengo algo que ver con este lugar, pero no sé qué es”.

Si tenemos suerte, llegaremos a ser viejos. Con la fortuna de nuestra parte, podremos enfrentar problemas de salud física que pueden ser diagnosticados por los especialistas. El mayor desafío que se nos presenta está en el cerebro, el órgano más delicado del cuerpo. El reto es conservar la salud mental.

Hay muchas maneras de prevenir un deterioro de las células neuronales y preservar el equilibrio: fortalecer la memoria mediante juegos y estrategias para recordar, rodearse de gente positiva, amar con todas las fuerzas, dormir bien y comer en forma sana.

El más grande de nuestros enemigos vive dentro de nosotros. Los expertos nos dan las pautas para sacar fuerzas y vencer la pereza que nos impide hacer ejercicio y llevar una buena dieta. Te confieso que cada día libro muchas batallas interiores para salir avante. Muchas noches, antes de acostarme, hago un balance y el saldo final del día no es el deseado esa mañana. Te deseo una larga vida, llena de buenos recuerdos, al alcance de tu mente.

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