El ser humano tiene dos vidas: la que vive desde que nació y la que comienza cuando se da cuenta de que solo tiene una vida. Este concepto se puede desplegar para un análisis cuidadoso, dividiendo el ciclo vital de una persona en etapas o definiendo sus circunstancias. Sea como sea nuestra existencia, todos tenemos un nacimiento, un proceso de desarrollo y una muerte.
¿Qué tal si pudiéramos morir a la mitad de la vida, por unas horas, para apreciar mejor el resto de nuestros días?
¿Qué pasa con la gente que está tan insatisfecha que desea apresurar su partida del mundo, o que gustosa se cambiaría por otro, o que se pasa todo el tiempo queriendo ser alguien diferente?
La novela La vida feliz, del francés David Foekinos, me ha fascinado. Este creador nació en París en 1974, y ha sido escritor de ficción, dramaturgo, cineasta y músico. Sus libros se han traducido a más de cuarenta idiomas, y con razón. Este hombre tiene un don especial para entender las cuestiones más álgidas de la existencia y sabe explicarlas a través de diálogos, descripciones y párrafos donde construye hipótesis o expone puntos de vista de manera clara, separando las capas de la realidad.
No creció en la riqueza, pues su familia pertenecía a la clase media baja, pero tuvo muchas oportunidades de viajar durante su infancia y adolescencia, gracias a los empleos de sus padres: la mamá era secretaria de Air France y el papá construía torres de control de aeropuertos, por lo que los Foekinos vivieron en diferentes países y el niño estuvo en contacto con diferentes culturas.
A los dieciséis años, el autor vivió una experiencia cercana a la muerte, por un problema de pleura que duró meses, y luego una operación en el corazón. Pasó los meses de la convalecencia, con mucho tiempo en la sala de terapia intensiva, escapando de su entorno a través de las páginas de Vladimir Nabokov, Milan Kundera, Henry Miller, Paul Auster, Philip Roth y otras plumas destacadas.
La vida feliz, un retrato de la exigente vida laboral y la complicada situación política, social y económica en la Europa contemporánea, tiene relación con las experiencias cercanas a la muerte que algunas empresas ofrecen en Corea del Sur, para que el cliente participe en una especie de montaje teatral que gira en torno de su propio funeral.
Esta nación coreana enfrenta el grave problema del suicidio: 29.1 casos por cada 100,000 personas. De ahí que iglesias y centros comunitarios han creado la experiencia de fingir la muerte. Jeong Yong-mun, quien fundó el Centro de Sanación Hyowon, afirma que se trata de un proceso de sanar al morir.
La novela toca los temas del valor del tiempo, el éxito económico, el terrible desgaste mental que causa un empleo de gran responsabilidad, la frágil y efímera felicidad, la ruptura de las familias, el dolor de la separación física... lo que nos pasa a ti y a mí, o a personas cercanas y amadas. Este libro nos lleva a una experiencia crucial sin tener que viajar a Seúl.