“Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera”, escribió León Tolstói al inicio de su novela Ana Karenina. De ese párrafo, el mexicano Carlos Fuentes tomó las primeras palabras para titular su novela Todas las familias felices, de donde extraigo: “Yo vengo de una familia en la que cada miembro dañaba de algún modo a los demás. Luego, arrepentidos, cada uno se dañaba a sí mismo”.
En celebraciones donde todo el mundo regresa a casa, como las fiestas de fin de año, se remueven emociones que permanecían soterradas en el fondo del espíritu.
Mis lejanos recuerdos: cenas de Nochebuena en casa de mis abuelos. En la tarde del 24 de diciembre, sonaba el timbre. Era un amigo de mis tíos, con regalos. Se colocaba otro lugar en la mesa. En mi interior, la pregunta: ¿por qué ese señor no estaba con su familia? ¿Por qué había en la calle personas solitarias, buscando un plato de comida en casa ajena?
Aprendí a encontrar respuestas en libros, películas, canciones, diálogos escuchados al azar, sesiones de terapia, todo lo que forma la educación sentimental.
Según expertos en sociología y psicología, especializados en relaciones familiares, como Karl Pillemer, profesor de Cornell y Kristina Scharp, de Rutgers University, hay un fenómeno de masas que se ha incrementado en forma notable: el distanciamiento intencional entre dos o más miembros de una familia, debido a una relación negativa, o a la percepción de que es negativa.
Entre las razones que causan el alejamiento está la búsqueda de la salud física, cuando el individuo forma parte de familias con problemas de adicción o con prácticas nocivas, como una dieta que lleva a la obesidad. Si la persona ha dedicado tiempo y esfuerzo a cambiar su estilo de vida y regresa a casa para festejos familiares, puede encontrar un panorama desolador: tíos alcoholizados, hermanos que consumen sustancias dañinas, abuelas que insisten en darle comida en exceso.
Preservar la salud emocional es otra causa. El joven ha buscado la orientación de un terapeuta, ha pasado por un arduo proceso interior que incluye la meditación, ha definido objetivos y ha alcanzado metas. Al llegar a casa, es recibido con chantajes, manipulación, reclamos, violencia verbal o amenazas. Todo el tiempo que pase con la familia, él estará deseando irse lejos, regresar a su espacio de soledad creativa y así recuperar su estabilidad mental.
Durante el confinamiento derivado de la pandemia de covid 19, en todo el planeta se intensificó la violencia familiar, tanto física como emocional. Millones perdieron su trabajo y vieron quebrar sus empresas, lidiando con esa pérdida además del encierro, o tuvieron que dar asesoría o clases en línea a pocos metros de personas agresivas. En ese tiempo, comprendieron que para ellos era más sano vivir en soledad que en compañía dañina.
En otros casos, el distanciamiento surge de un cambio de creencias y por tanto de diferentes actividades religiosas, sociales, deportivas, académicas o culturales. Una chica se apasiona por la ópera y sus hermanas se burlan de ella, los padres consideran esa afición un capricho que se pasará pronto, no le conceden importancia y la obligan a escuchar música que no le gusta. La separación comienza.