La indiferencia de los buenos es suficiente para que los tramposos se hagan del poder y lo ejerzan a su gusto, tomando decisiones sin consultar con los afectados, llevados por sus propios intereses.

“El precio de la libertad es la eterna vigilancia”, escribió Thomas Jefferson, el principal redactor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, aprobada por su Congreso el 4 de julio de 1776. Esto significa que para lograr el desarrollo, el progreso y la paz, no basta con ser un ciudadano cumplido, que pague sus contribuciones a tiempo y acate las leyes. Hay que vigilar.

El documento de Jefferson es trascendente porque marcó pautas para la creación de países libres de la dominación imperial, y fortaleció el sistema que llamamos democracia.

Todos tenemos el derecho de vigilar la acción de los gobiernos. Las familias pueden y deben exigir condiciones dignas para gozar de buena calidad de vida: seguridad en las calles, transportes públicos eficientes, escuelas, clínicas, vivienda asequible, limpieza y orden.

El respeto al derecho ajeno, el cuidado del patrimonio material e intangible, se aprenden desde la infancia. El acoso escolar hace tanto daño a la autoestima del niño afectado, que puede cargar con ese lastre emocional la vida entera. Cuando los pequeños de una clase observan que el más agresivo pone en ridículo a un compañero vulnerable, cuando las niñas se burlan de una chiquilla por no tener una mochila nueva, la víctima llega a creer que merece el maltrato.

Facundo Cabral, cantautor argentino, declaró: “La sociedad humana está mal tanto por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos”. Algo semejante decía el reverendo Martin Luther King: “Dios nos juzgará no tanto por las cosas malas que hicimos, sino por las buenas que debimos hacer y no hicimos. Los malvados hablan en voz muy alta. En cambio, los ‘buenos’ creen que ser correctos es guardar silencio y se inhiben ante toda confrontación o denuncia, porque se confunde enfrentamiento con falta de amor y denuncia con falta de respeto. La ausencia de enfrentamiento degenera en cobardía”.

Nosotros, los contribuyentes, damos al gobierno una parte significativa del dinero que ganamos con trabajo honrado. Muy justo es que exijamos cuentas claras y obras realizadas.

La filósofa española Ana López de San Román, especialista en ética, afirma: “Los problemas de nuestro mundo no derivan solo de las acciones malas, de las decisiones mal tomadas, de la corrupción, la violencia, sino también y en mayor medida, de la actitud de ese otro medio mundo que considera que los problemas de los otros no les conciernen”.

Por algo se empieza: mis vecinos unen fuerzas para construir un parque; dedican muchas horas a limpiar el terreno, plantar árboles, podar y abonar; crean senderos; compramos agua para el riego en tiempo de sequía. Estamos gestionando obras con el Ayuntamiento. Los colonos, organizados, hemos mejorado la seguridad de la zona. En Juriquilla, estudiantes, profesores y padres de familia de la academia de música Blackbird dedicaron muchas horas a limpiar su calle, descuidada por el municipio. Recogieron envases de vidrio y plástico, basura de todo tipo y maleza. A cambio, lograron seguridad y belleza.

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