Algunos actos realizados por personas que unen esfuerzos para el bien común pasan desapercibidos. No llegan a ser de conocimiento general. Fundar una escuela, dotarla de tierra, edificio, mobiliario, libros y enseres para la enseñanza, hacer las gestiones para que sus estudiantes reciban educación gratuita y poner la institución al servicio de una comunidad es un acto que trasciende, que pasa a la historia, que transforma vidas.

El 18 de septiembre de 2024, la familia Peralta Casares, junto con empresas de la iniciativa privada, el Municipio de San Juan del Río y el Gobierno del Estado de Querétaro, entregaron a la comunidad de La Peña en San Juan una escuela primaria, que forma parte del sistema de educación pública.

Durante la ceremonia, muchos de los presentes contuvimos el aliento para no dejar que las emociones se desbordaran, al ver la alegría auténtica de los padres de familia que acompañaron esa mañana a sus hijos de primer año, los que aprenden a leer y escribir. Los que desarrollan las habilidades primordiales.

Ningún aprendizaje es más valioso. Los libros nos permiten gozar del placer inmenso de trasladar la mente a otros mundos, entrar en la mente y el cuerpo de los personajes de los cuentos, conocer las leyendas de los pueblos, apropiarnos del conocimiento de los sabios y aprender a vivir mejor.

El aire de la mañana se llenó de risas y juegos de niños inquietos, como parvada de aves con plumaje colorido.

Las familias recibieron las aulas nuevas, con sus pupitres de diferentes tamaños, los pizarrones que se llenarán de las letras del alfabeto y los números de las operaciones básicas. La Peña es un barrio obrero, de casas nuevas con nombres de países, poblado por mujeres y hombres que laboran largas jornadas, como operarios de las industrias o trabajadores de las áreas de seguridad, administración, compras, mantenimiento o construcción.

Bebés en brazos de jóvenes madres, vecinas de la escuela. Ellas estarían pensando que, en pocos años, sus pequeños se sentarán en esos pupitres.

En el ambiente, un ritmo especial unía las vidas de los presentes, como el latido de un corazón comunitario. Era la felicidad de haber llegado a una meta, de colaborar en un propósito, ya tangible, un proyecto hecho realidad que con seguridad rendirá buenos frutos. No todos los días traen consigo un regalo tan valioso.

En septiembre de 1931, el poeta español Federico García Lorca inauguró la primera biblioteca pública de su pueblo, Fuente Vaqueros, en la provincia de Granada. Ese espacio dedicado a los libros llevaba su nombre. Lorca dijo: “No olvidéis que lo primero de todo es la luz. Que es la luz obrando sobre unos cuantos individuos lo que hace a los pueblos. Y que los pueblos vivan y se engrandezcan a cambio de las ideas”.

En las mentes y cuerpos de estos niños florecerán ideas, poemas, canciones, tablas de multiplicar, partidos de futbol y otros deportes, honores a la bandera, cuidado de los árboles recién plantados, exámenes de fin de curso, rincones de lectura, excursiones al jardín botánico, con los compañeros, que serán hermanos del alma por toda la vida.

Una nueva escuela pública y gratuita, a distancia caminable de los hogares. Cientos de familias beneficiadas.

Don Óscar Peralta Navarrete, muchas gracias.

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