Uno se conmueve ante la tragedia que se despliega en Los Ángeles, con imágenes de casas que arden como antorchas, el número de víctimas, la destrucción de los bosques, la visión de indefensos animales atrapados entre lenguas de fuego. Con el corazón estrujado hemos escuchado declaraciones de familias que perdieron sus hogares con todo lo que contenían: fotografías que eran testimonios, obras de arte que eran producto de años de trabajo, muebles que fueron herencia de los abuelos, documentos legales, escrituras de propiedades y cartas de amor, los recuerdos entrañables de miles de vidas.
¿Qué hacer? ¿Cómo evitar la repetición de este infierno? Jeff Goodell, escritor especializado en asuntos ambientales, afirma que el fuego que atacó la zona Pacific Palisades fue resultado de los vientos de Santa Ana, calientes y rápidos, que alcanzan los 160 kilómetros por hora; también, debido a la densidad de construcción en colinas inaccesibles para los camiones de bomberos, y los ciclos de lluvia que hace crecer malezas, seguidos de sequía que las vuelve combustibles, y el calor que ha alcanzado niveles nunca antes vistos.
Los humanos no estamos preparados para enfrentar las consecuencias del clima que hemos creado. Los lugares del mundo que albergan comunidades se vuelven indefensas ante las catástrofes derivadas del clima. Dice Goodell: “Me temo que vamos a reconstruir Los Ángeles más o menos como estaba, sin usar esta coyuntura como una oportunidad para repensar cómo construir en el futuro, invirtiendo recursos públicos en una mejor infraestructura de acopio y uso del agua, así como la creación de una estrategia basada en la regulación para construir en lugares de riesgo”.
Los siniestros traen consigo lecciones de vida, y se puede aprender de las tragedias para la creación de ciudades futuras. La ciudad de Santa Bárbara, California, sufrió un terremoto devastador en 1925. Al ver la destrucción, la joven Pearl Chase, licenciada en historia, se dio a la tarea de fundar organismos de la sociedad civil que exigieran a las autoridades lineamientos estrictos para la construcción de casas y edificios, con base en un código urbano que incluyera calles amplias y el uso de materiales como ladrillo, cemento y piedra; las oficinas públicas tienen un revestimiento de azulejo, para reconocer el origen español y mexicano de California.
Las nuevas generaciones tendrán que construir su hábitat considerando varios factores esenciales. Lo primero es el agua. Junípero Serra y los frailes franciscanos fundaron Los Ángeles a partir de la misión de San Gabriel, fundada en 1771, en la naciente localidad de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de la Porciúncula, construida junto a un río. Levantaron paredes con adobe y aprovecharon los conocimientos de los pueblos originarios, quienes sabían controlar el fuego, al eliminar la maleza antes de la temporada de calor. Los futuros angelinos tendrán que aprender de los indígenas.