Minúsculas manchas de tinta que se inyectan entre las capas de la piel para crear imágenes y símbolos que son valiosos para la persona que las lleva en su propio cuerpo, al que trata como un artista visual trata a un soporte. Los tatuajes manifiestan creencias, expresan la manera de pensar y sentir.

El universo, las estrellas y los signos zodiacales son tres temas recurrentes, tanto en diseños que abarcan una gran extensión del cuerpo como en las breves creaciones artísticas que logran algunos de los mejores pintores, que se dedican a trabajar sobre el cuerpo humano.

Los primeros tatuajes se realizaron en Japón hace 5,000 años. Antes de esa fecha, los pintores rupestres representaban animales en las paredes de las cuevas para tener control sobre las piezas de caza; si los inmovilizaban en la roca, pensaban, podrían cazarlos con mayor seguridad una vez que se enfrentaran a las fieras verdaderas. De la misma manera, creen los antropólogos, aquellos japoneses se pintaban símbolos en el cuerpo para ahuyentar las enfermedades.

En el antiguo Egipto, los pensadores se tatuaban símbolos que significaban la escuela filosófica de cada uno; en China, los motivos eran estéticos.

Martin Hildebrandt fue pionero en el tatuaje americano para hombres no indígenas: tatuó a cientos de soldados de la Guerra Civil y en 1875 abrió el primer estudio de tatuaje en la ciudad de Nueva York.

Desde hace años, sigo la trayectoria de Diego Glazer, pintor de extraordinario talento que logra transmitir la magia de las emociones que sentimos al ver un río, un paisaje de hermosura etérea o el desnudo femenino. Glazer, amigo de mi familia, es también un estupendo tatuador que ha plasmado obras en el brazo de mi hijo. Los nietos de mis padres llevan tatuajes muy pequeños que reproducen números mayas y representan el orden de nacimiento entre los primos.

A personas muy cercanas, con quienes siento la confianza suficiente para preguntarles la interpretación de sus tatuajes, les he pedido que me expliquen su iconografía; la conversación se vuelve un relato fascinante sobre sus orígenes familiares, su admiración por ciertas figuras de la historia, sus fantasías o deseos.

El ojo de Horus, un rayo, un animal de poder, un tótem, un dios mitológico o palabras en otros idiomas que tienen un significado particular para la persona, un punto y coma (símbolo de haber renacido después de un accidente o crisis), son tatuajes populares, como el corazón partido (partío, canta Alejandro Sanz), las fases de la Luna, flores o plantas (diente de león). El catálogo es infinito, tan amplio como los deseos.

Las mujeres de mi generación nos pintamos las uñas de manos y pies con esmalte de colores. Aplicamos una base de maquillaje por todo el rostro, sombras en los párpados, máscara en las pestañas, delineador para los ojos; dibujamos los contornos de las cejas con lápiz y conservamos los labios rojos y brillantes. Teñimos los mechones de pelo o toda la cabellera del tono que creemos más atractivo, el que da la apariencia de juventud que buscamos proyectar.

Cada quien lo suyo.

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