Sea cual sea la ideología o religión, la época navideña y el cierre del año nos hacen coincidir en sentimientos como la nostalgia, la alegría, en algunos casos la reflexión o incluso la tristeza. Pero creo, o elijo creer, que uno de los más grandes regalos siempre, pero exponenciado en esta época, es el deseo de ver felices a los demás. Hacer algo para que el otro sonría y se sepa amado.

Algunos hicieron largos viajes para reencontrarse con sus seres queridos, otros compraron hermosos regalos para la familia y para los amigos, otros más se enlazaron en un momento mágico por una llamada, por zoom o a través de una cantidad significativa de WhatsApps. Los más terminaron extenuados su jornada laboral y fueron a toda prisa a compartir la cena navideña.

Hay tantas realidades como personas, y en Navidad hay tantos deseos y sueños de los niños como opciones en la fábrica de Santa. Tristemente, ni el regordete personaje, ni el espíritu navideño, ni lo urgente de salvar la vida de un niño o una niña, provocó compasión entre quienes decidieron dejar a cientos sin medicamento pues las vacaciones apremiaron, la política ganó, las peleas intestinas entre los políticos robaron toda la atención. Hay que preocuparse por Trump, por la presentación del informe de resultados de los primeros cien días de gobierno, hay que mostrar unidad en Morena. Política, política y más política. Sí, pero no, porque la primera responsabilidad del poder es servir y eso se olvidó de nuevo: cientos de niños, niñas y sus familias volvieron a pasar esta Navidad pidiendo vivir, sí, vivir o más bien sobrevivir.

Gracias a la asociación Nariz Roja, dirigida amorosa y apasionadamente por Alejandro Barbosa, algunos de los pequeños pudieron seguir su tratamiento, aunque todos tendrán que esperar a que el 2025 les traiga el milagro, que los Reyes Magos puedan acceder a la Megafarmacia del Bienestar y puedan llenar sus cofres o en una de esas esperar a que el gobierno cumpla su responsabilidad.

La enfermedad no espera resultados de un plan ni sigue instrucciones de un Power Point. La muerte no espera ni distingue sexenios. Queridos Reyes Magos, den a niños y adultos con cáncer una posibilidad de vida, a nuestros gobernantes una poquita de empatía y a quienes nos leen tal vez algo que quieran compartir (AQUÍ https://linktr.ee/narizroja)

Gracias de todo corazón y que en su vida, queridos lectores, tengan salud plena y de no ser así que siempre haya una mano compasiva que ayude a sanar o un gobierno responsable del bienestar de sus ciudadanos. Para los niños: resonancias magnéticas, portaagujas, asparaginasa, niveles de metrotexato, metotrexato, serológicas para Epstein-Barr.

Para adultos: Anastrozol, exemestano, letrozol, capecitabina, oxaliplatino y un larguísimo etcétera. Que este 2025 nos traiga esperanza, pero también acción. Merecemos dejar de escuchar promesas vacías.

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