La vida está llena de posibilidades de hacer o no hacer, de intentar y de lograr, de soñar y de vivir la vida misma. Esto nos lo han inculcado desde niños, bajo la premisa del paradigma impuesto del “querer es poder”, o peor aún, del que se señala a las personas que se encuentran en una situación desfavorable: porque quieren… —común y vulgarmente conocida como: “Es pobre porque quiere”—.
Pero, mis queridos lectores, esta vida llena de posibilidades es multifactorial, no es lo mismo las capacidades de las personas nacidas en los países con un alto índice de desarrollo humano, que las personas que nacen en los países en vías de desarrollo o en el comúnmente conocido tercer mundo. A nivel nacional y estatal no es muy diferente del todo, las posibilidades de movilidad social, y escalar percentiles de desarrollo de las personas no son similares si contrastamos estados; por ejemplo, Querétaro con alguno del sur, (por no estereotipar) —e incluso en el propio estado— las oportunidades son distintas de un niño nacido en Corregidora, en comparación con un niño nacido en la Sierra Gorda.
Dicho de manera clara, todas y todos tenemos el mismo cielo, pero el piso no es parejo. Estas condiciones de diferenciación lamentablemente forjan el destino de muchas personas que son condenadas para vivir en las mismas condiciones en las cuales nacieron, por lo que muchas de ellas no logran avanzar en la escalera de la movilidad social. Y si a esto le agregamos factores como la pigmentocracia —ese factor que indica como posibilidad para avanzar en el desarrollo personal el color de la piel— hace aún más evidente que las oportunidades no siempre llegan a todas y a todos.
Sin embargo, en ocasiones las posibilidades se amplían, fruto de la voluntad y de la visión de distintas personas. El caso que les comentaré es entre el municipio de Pinal de Amoles y la Universidad Politécnica de Querétaro, que mediante un acuerdo de colaboración, pero más de sensibilidad, se creó un salvoconducto para las jóvenes pinalenses que culminaron sus estudios de educación media superior con un aprovechamiento alto, se estableció un programa que permitía pase directo a los estudios de nivel ingeniería a niñas procedentes de telebachilleratos y centros educativos de ese municipio, se otorgó una beca de 100% al pago de la colegiatura, además de una beca alimenticia para completar su estadía. Por su parte, el municipio de Pinal de Amoles creó la primera Casa de la Estudiante Pinalense en El Marqués, con el que se cierra el ciclo de oportunidades.
Esta acción puede catalogarse en un esquema de acciones afirmativas en pro de las mujeres, puede también señalarse como una ruta para disminuir las brechas de género en la enseñanza superior y más en las ingenierías, puede incluso ser un programa de apoyo municipal a las y los jóvenes; sin embargo, todo ello es insuficiente para dimensionar lo que en verdad se logró: justicia social y bien común para esas cinco chicas; este es sólo una breve muestra de que las políticas públicas pueden y deben ser con una vocación social, de solidaridad y subsidiariedad, así como sucede en este estado del Bajío: ¡A la queretana! Un agradecimiento y reconocimiento a la alcaldesa de Pinal de Amoles, Lupita Ramírez, por su sensibilidad y empatía.