Acaba de dar su palabra Andrés Manuel López Obrador: “Ya quedamos, en marzo vamos a dar el informe de cómo ya tenemos un sistema de salud pública de los mejores del mundo”. Eso prometió y seguramente muchos esperarán con ansias tal informe para, si es que dice la verdad, echar las campanas al vuelo. Después de todo, el sistema de salud pública fue prácticamente destruido en los últimos años.
Pero desgraciadamente tener un sistema de los mejores del mundo no se puede lograr en unos meses o en un sexenio, eso es un sueño guajiro. Para empezar no hay dinero, para continuar no hay suficiente infraestructura hospitalaria a nivel nacional y para terminar falta capital humano en el sector salud. En lugar de tener esas ensoñaciones, las autoridades deberían enfocarse en enmendar los errores más básicos cometidos este sexenio.
Una de sus obligaciones fundamentales es, por ejemplo, vacunar a los niños. De acuerdo con Cero Desabasto, un colectivo conformado por 103 asociaciones y fundaciones, durante los últimos años ha habido una caída en las coberturas de vacunación del esquema Programa de Vacunación Universal. A continuación algunos ejemplos, empleando datos recopilados por ese encomiable colectivo.
En el caso de la vacuna contra la tuberculosis (BCG), a fines del sexenio pasado, 2018, la cobertura era de 97%. El porcentaje bajó en 2020, en plena pandemia, a 28%, y en 2022, alcanzó 92%. En el caso de la vacuna contra la hepatitis B, se pasó de un porcentaje de 100% en 2018, a 51% en 2020 y 58% en 2022.
La cobertura de la vacuna contra el rotavirus pasó de 90% en 2018, a 73% en 2020 y 82% en 2022. Y, para no hacer el cuento largo (pues hay doce vacunas diferentes), la vacuna triple contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DGT) pasó de 92% en 2018, a 58% en 2020 y 77% en 2022.
Nada de qué enorgullecerse. Y menos cuando México tenía tan solo hace tres décadas una bien ganada fama de ser un país de referencia en materia de vacunación. En 1990, por ejemplo, solo siete países del mundo eran autosuficientes para elaborar todas las vacunas del llamado Programa Ampliado de Inmunizaciones, y México se contaba entre ellos. En 1991 se introdujo aquí el Programa de Vacunación Universal, el cual posteriormente sirvió de modelo para otros países.
Pero eso fue lo que fue y hoy estamos donde estamos. A menos de diez meses del cierre de este periodo presidencial, el sistema de salud pública actual le ha fallado de manera trágica a los mexicanos. De acuerdo también con cifras del colectivo Cero Desabasto, el número de juicios de amparo por el desabasto de medicinas y artículos para la salud pasó de 220 en 2018, a 1092 en 2020 y 1602 en 2022.
Para tener un sistema público de salud razonablemente eficaz, la Organización Mundial de la Salud recomienda a los gobiernos gastar al menos el 6% de su PIB (Dinamarca, por cierto, gasta casi 10%). El gobierno de México no gasta ni la mitad de eso.