Premiar con la reelección a Rosario Piedra Ibarra, pese a su pésimo desempeño al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y situarse en la última posición entre los contendientes a ocupar este cargo, evidenció un proceso desaseado para llevar adelante la votación calificada de Morena en el Senado de la República y lograr su continuidad.
De un total de 127 votos, 87 fueron a favor de Rosario Piedra Ibarra, con lo que obtuvo nuevamente la titularidad de la CNDH para el periodo 2024-2029.
La crítica de propios y ajenos no se hizo esperar. La designación de Rosario Piedra, según Itzel Checa, coordinadora de la Organización Designaciones Públicas, reproduce prácticas que favorecen perfiles sumisos que debilitan a las instituciones. Se trata de figuras cómodas, ausentes de méritos, capacidades e independencia.
Michael W. Chamberlin, defensor de derechos humanos por más de treinta años, apuntó que lo sucedido forma parte del desmantelamiento institucional de organismos autónomos como el INAI y el debilitamiento del poder judicial dirigidos a minar los contrapesos al gobierno.
El periodista Jorge Zepeda Patterson, señaló que la decisión del Senado de la República respondió a una “intervención políticamente explosiva” de Andrés Manuel López Obrador.
Sabina Berman, en su columna semanal escribió que al ratificar por un periodo más a la presidenta de la CNDH, “lo que Morena admite es su decisión de inutilizar cualquier órgano ciudadano que se le plante enfrente”.
Las críticas no sólo se dirigen a la reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta del CNDH, sino a su gestión. Consideran que contraviene los principios fundamentales de Morena. Durante su administración fue acusada de prácticas de nepotismo, influyentismo y falta de independencia. Se le imputa falta de acción contundente en casos de violaciones graves de derechos humanos que perpetúan prácticas de impunidad. Señalan, también, que las irregularidades del proceso ponen en duda el principio de democracia y transparencia que defiende el partido en el poder.
Resulta interesante la coincidencia de las críticas entre opositores a la 4T y figuras identificadas con la izquierda morenista. Aunque los argumentos son distintos, confluyen en señalar que la reelección de Rosario Piedra fue una decisión de AMLO, cuyo propósito es inutilizar cualquier contrapeso al gobierno de la actual presidenta.
No obstante, si operó –o no– López Obrador en la ratificación de Rosario Piedra distrae la atención de lo que se juega en este momento. Abrir la puerta de la CNDH a la derecha golpista que está perdiendo el control sobre el Poder Judicial, le daría una oportunidad para explorar otras vertientes dirigidas a judicializar las acciones políticas del actual gobierno y frenar los avances en diferentes rubros, la presidenta lo sabe.
Durante cincuenta días, Claudia Sheinbaum ha ejercido su poder a plenitud, a diferencia de lo que opinan sus detractores. Pero, esto no implica ignorar el desaseo en el que se dio la reelección de Rosario Piedra Ibarra.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale