Donald Trump cumplió su amenaza de llevar a cabo la deportación de inmigrantes indocumentados desde el primer día de su mandato. Aunque, por ahora, no se trata de una deportación masiva, la acción corre en paralelo de una campaña mediática que muestra un “espectáculo” de persecución y redadas para arrestar a trabajadores “sin papeles”, en el país del norte.
Durante la campaña de Trump, la narrativa se sostuvo sobre la base de la criminalización de los inmigrantes, a quienes también acusó de provocar el aumento en los niveles de desempleo y causantes de la precarización de los trabajadores “blancos”. Discurso que tomó fuerza entre los sectores más conservadores estadounidenses, quienes le dieron el triunfo para conseguir su segundo mandato, después de su derrota en 2020, frente a Joe Biden. Por ello, aunque a su llegada firmó más de cuarenta órdenes ejecutivas de diversa índole, enfocó su atención en el manejo de la frontera y el control migratorio.
El intento de modificar la 14ª enmienda constitucional para eliminar el derecho de nacionalidad por nacimiento, en referencia a la ciudadanía concedida a cualquier persona nacida en ese país. El decreto de “un estado de emergencia en la frontera”, la eliminación de citas con autoridades migratorias y la persecución de inmigrantes, son parte de las medidas políticas instrumentadas por Trump para cumplir su promesa de campaña de realizar la “deportación más grande de la historia del país”.
De los 11 millones de inmigrantes indocumentados que son perseguidos por el gobierno de Trump, menos del 4 por ciento tienen antecedentes criminales y 8 de cada diez llevan más de cinco años viviendo en EU, según el último censo de 2022.
La población inmigrante es gente trabajadora que cumple con sus obligaciones y contribuye a la riqueza de ese país. Un estudio reciente, presentado por Latino Donor Collaborative Think Tank, muestra que 37 millones de mexicanos aportan 2.6 billones de dólares al Producto Interno Bruto de EU.
Distintos dispositivos configuran la política de violencia y agresión de Trump contra los inmigrantes. El más obvio apunta a la facilidad que supone someter a una población vulnerable para exhibir la superioridad de poder, con lo que “demuestra” a sus votantes que “cumple” con la promesa de campaña.
Instaura un “espectáculo mediático” de deportación para amedrentar y humillar a la población inmigrante, mientras oculta la incapacidad del gobierno para expulsar de su territorio a 11 millones de personas. Realizar esta acción tendría un costo mayor a un billón de dólares y tomaría alrededor de 20 años llevarla a cabo. Al mismo tiempo que despliega miedo y terror entre los trabajadores inmigrantes, lo que favorece una mayor explotación por parte de sus empleadores.
La política del miedo instrumentada por Trump recrudece el chantaje para presionar a la presidenta Claudia Sheinbaum en la renegociación del T-MEC. Sin embargo, no todo será tan sencillo para el recién llegado a la Casa Blanca. 22 estados de la Unión Americana interpusieron una demanda para frenar la orden ejecutiva que bloquea la ciudadanía por nacimiento.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale