La renuncia de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea a su cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), aceptada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y aprobada por el Pleno del Senado de la República, con 63 votos a favor y 43 en contra, el pasado miércoles 15 de noviembre, así como la postulación de la terna propuesta por el ejecutivo para sustituir al ministro, nuevamente detona la discusión en torno a la SCJN.
Renunciar a uno de los cargos públicos mejor remunerados, con el mayor número de privilegios y caracterizado por gozar de un amplio poder, inevitablemente, lleva a preguntar el porqué de la decisión.
El hoy, exministro de la SCJN señala en su carta de renuncia presentada el 7 de noviembre: “las aportaciones que puedo realizar desde esta posición en la consolidación de un mejor país se han vuelto marginales”. A lo que añade, “es de la mayor importancia sumarme a la consolidación de la transformación de México desde los espacios que me brinden oportunidad de tener incidencia en la construcción de un país más justo e igualitario”.
Su retirada significa un cuestionamiento a las prácticas de la SCJN y una enorme pérdida por su progresismo y permanente confrontación al poder. No sólo ante las altas esferas de la vida política, sino por el trabajo ético realizado a ras de suelo.
Arturo Zaldívar es el único servidor público del poder judicial que entró a las cárceles para evidenciar las injusticias perpetradas en contra de grupos vulnerables. Y, en su momento, portavoz de la denuncia en contra de Felipe Calderón por el caso de la Guardería ABC, a la que denominó “una operación de estado”.
A pocas horas de su renuncia, Claudia Sheinbaum publicó en sus redes sociales una foto con Arturo Zaldívar, dándole la bienvenida a su equipo de trabajo. Aunque el “timing” fue cuestionable por la premura del anuncio, es de celebrarse que personas con su congruencia y compromiso se sumen a la elaboración de la urgente reforma del sistema judicial.
El mismo día que fue aprobada la renuncia del exministro Zaldívar por el Pleno del Senado de la República, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió su propuesta de terna para elegir a quien lo sustituya en la SCJN.
A pesar de que se trata de tres mujeres abogadas con importante reconocimiento y prestigio en sus trayectorias profesionales –Bertha María Alcalde Luján, Lenia Batres Guadarrama y María Estela Ríos González–, son personas muy cercanas al movimiento morenista y esto no es un buen mensaje para la ciudadanía.
Históricamente, las postulaciones de ministros a la SCJN estuvieron ligadas al proyecto del poder ejecutivo. Justamente, por esas prácticas pasadas tendría que plantearse la llegada del nuevo o nueva ministra a la SCJN de manera diferente.
Aunque es altamente probable que la oposición rechace esta primera terna y la segunda, lo que permitiría que el presidente decidiera de manera directa al sucesor (o sucesora) del exministro Zaldívar, donde todo apunta que será Ana Laura Magaloni, el ejecutivo tendría que salvaguardar el sentido simbólico de no postular a personajes directamente involucrados con Morena.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale