Todo apunta a que la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo intentará reunificar alianzas en Palacio Nacional. El nombramiento de Lázaro Cárdenas Batel, para la Jefatura de la Oficina de la Presidencia de la República, es un mensaje claro de su voluntad de mantener reunidas a las distintas izquierdas en México, como marca de identidad de su próximo gobierno.

Tradicionalmente este cargo lo ocuparon personajes que utilizaron la posición para favorecer intereses particulares. José Córdoba Montoya, con Carlos Salinas de Gortari; Luis Téllez, con Ernesto Zedillo; Ramón Muñoz, con Vicente Fox; Juan Camilo Mouriño, con Felipe Calderón; Aurelio Nuño, con Enrique Peña Nieto, y Alfonso Romo, con Andrés Manuel López Obrador, quien permaneció en el puesto durante los primeros tres años quedando vacante el resto del sexenio.

El jueves pasado, Claudia Sheinbaum dedicó el espacio de presentación de su gabinete a un solo protagonista: Lázaro Cárdenas Batel, hijo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y nieto del general Lázaro Cárdenas. A pesar de que aún están pendientes las secretarías de Cultura, Trabajo y Turismo. Las secretarías de Defensa Nacional y Marina y Armada de México serán reveladas después de la segunda quincena de septiembre.

El nombramiento de esta figura de la izquierda cardenista tiene un fuerte sentido simbólico. Pero, más allá de este hecho, marca un cambio de rumbo en la política de una instancia que históricamente funcionó con personajes que concentraron mucho poder y actuaron de manera facciosa.

La designación de Lázaro Cárdenas Batel muestra el interés de Claudia Sheinbaum de conformar una oficina de la Presidencia dedicada a hacer política, su mensaje es claro: la próxima administración buscará crear puentes entre las diferentes fuerzas políticas y sociales del país.

Asimismo, la inclusión de esta figura permitirá reparar al interior del movimiento las fisuras entre el obradorismo y el cardenismo. Con esta decisión, la virtual presidenta electa congrega distintos símbolos imaginarios sobre los que fundará su gobierno: el relato político ideológico en el que se reunifica a los mexicanos en torno a la idea de la expropiación petrolera, el inicio de un movimiento que concluyó con el triunfo de la izquierda por primera vez la Ciudad de México y el triunfo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018.

Imposible deslindar esta designación de la próxima sucesión de Morena, en la que Luisa María Alcalde, actual titular de la Secretaría de Gobernación, lidera las preferencias para ocupar la dirigencia nacional del partido oficial. Todo apunta un cambio de timón para colocar a las “izquierdas” como protagonistas de la continuidad de la 4T.

Continuar sumando posturas políticas diferentes al Movimiento de Renovación Nacional, pero bajo los principios del “obradorismo” y sus orígenes, esa parece ser la apuesta de la próxima titular del Ejecutivo federal. Se trata de lanzar un mensaje de unidad histórica y política a lo que será el gobierno por venir, atravesado por el progresismo de Andrés Manuel López Obrador y la tradición cardenista, pero con el sello de Claudia Sheinbaum.



Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale


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