La presión de Donald Trump sobre Claudia Sheinbaum se enmarca en una estrategia multifacética dirigida a consolidar intereses políticos, económicos y de seguridad para Estados Unidos, al tiempo que refuerza su narrativa nacionalista “América primero”.
Trump busca reafirmar la supremacía estadounidense en Norteamérica aplicando políticas unilaterales. Restricción migratoria para exigir a México que actúe para frenar el flujo hacia Estados Unidos, mediada por amenazas de deportaciones masivas y cierre de fronteras. Control comercial a partir del incremento del 25% arancelario a productos mexicanos para forzar concesiones en sectores clave como energía y automotriz. Y seguridad fronteriza designando a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas para justificar intervenciones militares o acciones territoriales.
La presión de Trump añade un componente ideológico dirigido a contrarrestar el modelo de Sheinbaum orientado a conjuntar justicia social, soberanía energética y cooperación con gobiernos progresistas latinoamericanos. Con este propósito descalifica el enfoque social propuesto por el gobierno mexicano para enfrentar el crimen organizado. En su lugar, celebra y promueve medidas represivas al estilo del presidente Nayib Bukele en El Salvador y presenta a México como un país “controlado por cárteles” para justificar su injerencismo o sanciones unilaterales.
De manera paralela, utiliza esta retórica para ganar capital político ante su base electoral. Muestra firmeza en temas migratorios y comerciales para evidenciar que “cumple sus promesas de campaña”. Fabrica narrativas mediáticas (como la supuesta “amenaza” de los inmigrantes y la fingida lucha contra el fentanilo) para presentarse como el “salvador” de los estadounidenses.
La presión de Trump para forzar la cooperación en seguridad y narcotráfico con México tiene entre sus propósitos que el gobierno de Sheinbaum incremente incautaciones y extradiciones de narcotraficantes, y asuma un rol más activo en frenar el tráfico de fentanilo. Mientras tanto, Estados Unidos mantiene a salvo la laxitud de sus leyes de control de armas, permitiendo que miles de armas ilegales lleguen a los cárteles de la droga.
Seguramente, la renegociación del T-MEC, prevista para 2026, estará atravesada por la intimidación de Trump para conseguir mayores beneficios para EU. Modificar cláusulas laborales y ambientales que perjudican a empresas estadounidenses. Exigir mayor apertura del sector petrolero y eléctrico mexicano a empresas privadas de Estados Unidos. Y, limitar la competencia mexicana mediante la imposición de aranceles a exportaciones, especialmente en manufactura y agroindustria.
Entre tanto, Trump utiliza tácticas de “zanahoria y garrote”. Combina elogios públicos a Sheinbaum con amenazas militares y económicas.
Aunque en su discurso nacionalista Claudia Sheinbaum muestra fuerza y liderazgo, enfrenta el reto de equilibrar la soberanía nacional con la cooperación pragmática. Pero, si Donald Trump intensifica la presión podría forzarla a tomar decisiones impopulares, lo que fracturaría el apoyo que recibe del “pueblo” de México. Circunstancia que celebraría con placer el habitante de la Casa Blanca.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale