Para nadie es un misterio que las reglas del juego establecidas por Morena para decidir al “Coordinador [o coordinadora] de defensa de los comités de la Cuarta Transformación”, eufemismo utilizado por sus dirigentes para no infringir la ley electoral que prohíbe adelantar las campañas de precandidatos para definir al contendiente presidencial de 2024, fueron redactadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Aprobado por unanimidad por el Consejo Nacional de Morena el domingo 11 de junio, el acuerdo tiene como propósito avanzar en la unidad del partido con vistas a las elecciones de 2024.
Desde ahora se perciben fricciones entre los contendientes. Particularmente entre los dos punteros, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Justamente, las reglas del juego tienen como objetivo evitar excesos, disminuir confrontaciones e impedir que los participantes eludan etapas durante el proceso.
Algunos consideran que las reglas del juego carecen de un mecanismo punitivo que permita acotar a quien no respete el método establecido. Las autoridades de Morena han declarado que no existen sanciones legales ni estatutarias previstas en el acuerdo, sino que éstas tendrán un carácter ético-político, cuya expresión se manifestará al momento que la población emita su voto en la encuesta.
Los criterios establecidos en el acuerdo dejan un amplio margen a la actuación de los contendientes. Al mismo tiempo, privilegia el papel del pueblo a quien reconoce como un sujeto autónomo capaz de vigilar que el proceso de elección se lleve a cabo con transparencia y equidad.
A partir de la firma unánime del acuerdo, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal y los dos aspirantes de los partidos aliados, Gerardo Fernández Noroña, del PT, y Manuel Velasco, del PVEM, se convertirán en “enemigos amistosos”.
El término utilizado no debe causar temor. Se trata de amigos porque son personajes políticos que comparten un espacio simbólico común, pero también son enemigos porque pretenden organizarlo de manera distinta.
Los opositores advierten que el procedimiento propuesto por Morena no es más que una simulación en la que de antemano se conoce quién será el elegido. Esta percepción resulta errónea. La garantía de que estamos ante un proceso democrático sin precedente, la constituye un hecho irrefutable. En este momento nadie estaría en condiciones de afirmar quién será el ganador o ganadora de la encuesta.
La incertidumbre sobre el resultado constituye un principio democrático fundamental en los procesos de elección de representación popular. Por primera vez, en la historia política de México, el presidente no decidirá a su sucesor.
Los contendientes estarán expuestos al escrutinio público —incluido el INE— y, seguramente, a campañas sucias de todo tipo. Su habilidad para acercarse a la gente, la capacidad para convencerla del contenido de sus proyectos político-económicos y, la pulcritud para manejar los recursos económicos en sus recorridos por el país, serán aspectos que jugarán un papel fundamental para lograr el triunfo en los resultados de la encuesta.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale