La sucesión de Morena tiene lugar a una década de su fundación como partido político, proceso que coincide con la decisión de la ciudadanía de votar el pasado 2 de junio por la continuidad de la 4T, otorgando su confianza a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo.

En contraste con lo sucedido en 2020, cuando en medio de disputas y confrontaciones tuvo lugar el nombramiento de la dirigencia de Morena, todo apunta a que en esta ocasión las cosas serán diferentes.

Si alguien representa a Morena es Luisa María Alcalde, pero no sólo eso. En caso de lograr la presidencia del partido, estaríamos ante la llegada de una nueva generación que, pese a su juventud, cuenta con experiencia. Muchos jóvenes en su momento, como la actual secretaria de Gobernación, dieron impulso para que este movimiento se convirtiera en un partido político.

En la configuración de Morena tuvo un papel muy importante el movimiento #YoSoy132, Jóvenes que en su mayoría eran estudiantes de educación superior y pertenecían tanto a instituciones públicas como privadas de México, contribuyeron en la conformación de esta nueva opción partidista. En aquel momento, la participación de este sector fue incluida en la agenda obradorista.

Dos miembros del actual gabinete se perfilan para la presidencia y la secretaría general de Morena: Luisa María Alcalde, actual secretaria de gobernación y Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la República. Se trata de dos perfiles obradoristas los que llegarían a la dirigencia del partido.

Actualmente, Morena es el partido más exitoso no solo de México, sino de América Latina. Un partido que a diez años de su fundación logró posicionarse como la principal fuerza política de México. Pasó de gobernar 5 estados en 2018 a 23 tras las elecciones de 2024. Además de lograr la Presidencia de la República por segunda vez y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. A diferencia de lo sucedido en gobiernos anteriores, sus triunfos están basados en el voto libre y democrático de la ciudadanía.

Sin embargo, en su interior tiene perfiles deleznables a quienes ha sumado siguiendo un pragmatismo que daña y traiciona los principios sobre los que fue fundado Morena.

La posibilidad de que Luisa María Alcalde se convierta en la presidenta del partido-movimiento tiene múltiples significados. Uno de los más importantes: enviar el mensaje de que los cuadros obradoristas serán el eje articulador de Morena.

El partido tiene varios desafíos por resolver. Abrir un espacio a los cuadros que ya demostraron su capacidad para asumir responsabilidades en la administración pública y en la organización de Morena. Citlalli Hernández, actual secretaria general, es un ejemplo de lo anterior. Reencausar la ideología del partido que hoy se encuentra desconfigurada al sumar perfiles que nada tienen que ver con los valores obradoristas. Pero, sobre todo, trabajar en su consolidación.

La dirigencia de Morena necesita reestructurarse por consenso y representar la inclusión para fortalecer y replicar el triunfo de Claudia Sheinbaum. Con el aval del presidente y de la virtual presidenta electa, Luisa María Alcalde tiene todo a su favor para ocupar la presidencia del joven partido.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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