La disputa internacional por los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela, celebradas el pasado 28 de julio, no debe reducirse a la supuesta controversia “democracia-dictadura”, sino a la confrontación “BRICS-G7”. En este contexto se explica la intervención de las “derechas globales”.

Apenas transcurridas 48 horas de la elección, la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, convocó a una reunión extraordinaria para “calificar” el proceso electoral de Venezuela, ante la declaración de “fraude electoral” de la oposición de derecha.

La ausencia de México y otros países del Caribe impidió que se consiguieran los votos para la aprobación del documento de la OEA. No obstante, el jueves pasado, Washington reconoció como ganador a Edmundo González Urrutia, el aspirante opositor de derecha. Al que se sumaron Uruguay y Argentina, aún sin conocer los resultados oficiales de la contienda.

Ese mismo día, el 1 de agosto, los presidentes de Brasil, México y Colombia, firmaron un comunicado conjunto en el que sugirieron la “verificación imparcial” de los resultados de la elección, enfatizando “La oportunidad para expresar, nuevamente, nuestro absoluto respeto por la soberanía y voluntad del pueblo de Venezuela”, contraviniendo la decisión de 17 naciones en la asamblea de la OEA, celebrada el miércoles 31 de julio.

La batalla electoral por imponer al ganador en Venezuela está vinculada a la reconfiguración geopolítica de América Latina, cuyos recursos naturales tienen un papel central en el desarrollo económico y tecnológico de los Estados Unidos para hacer frente a los BRICS+, asociación económica-comercial de países emergentes, constituido como un espacio alternativo al G7.

El bloque BRICS+, conformado en 2010 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica –cuyas iniciales de los estados miembros dieron origen a su nombre original BRICS–, anunciaron en la XV Cumbre de Johannesburgo, Sudáfrica, celebrada en agosto de 2023, la incorporación de Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía.

La ampliación de la alianza BRICS+ en 2024 representaría el 37% del PIB mundial y el 46% de la población mundial. Proceso al que se integraría el gobierno de Nicolás Maduro de Venezuela, cuyo país cuenta con las reservas petroleras y de oro más importantes del mundo.

Estados Unidos y Europa están perdiendo la batalla económica y política frente a los BRICS+. La respuesta ante este avasallamiento es violenta: el auge de la extrema derecha, las sanciones a los países no alineados o, directamente, la guerra.

En 2024, están teniendo lugar procesos electorales con fuerte impacto en la economía global. Cuatro mil millones de personas en más de 50 países (casi la mitad de la población mundial) acudirán este año a las urnas para elegir a sus gobernantes.

En este marco, tiene lugar la batalla por Venezuela. Los resultados electorales del pueblo venezolano configuran un espacio de disputa y confrontación para inclinar la balanza en favor de los países del G7. Particularmente, de los Estados Unidos de América.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

Google News