Dios mío y de ustedes, entrar a los 40 y más sin un entrenamiento de vida para estos años puede ser un verdadero reto. Simplemente, debemos apostar por cambiar nuestros pensamientos desde los 30 años y trabajar con nuestra mente consciente, para que al llegar a esta edad (muy joven aún) no nos agobie la pérdida de la salud mental y física.
Mi madre siempre fue un ejemplo de autocuidado, ha sido una mujer bella y llena de vitalidad. Su rutina por la mañana era simple y llena de feminidad. Se levantaba muy temprano a limpiar su casa, cantaba con el amanecer y, cuando tenía la casa hecha, se iba a caminar una hora mientras se hacía su café, siempre de grano.
Regresaba a bañarse. Al terminar de la ducha, con la misma alegría, se sentaba en una pequeña mesa donde se escapaba su maquillaje y accesorios. Tenía una melena frondosa y su cabello quebrado, bebía su café mientras se pintaba la boca.
Lo que más recuerdo es que mamá era y sigue siendo una persona resistente y con una actitud positiva a la vida.
Mi madre, ahora de 65 años, parece de 50, sigue siendo guapísima y se mantiene en buena forma. Sólo una enfermedad neurológica (epilepsia) le ha provocado pausas en su vida, a veces cambiándole esa mentalidad maravillosa que posee.
Yo viví una vida muy sedentaria, con tres hijos a mi cargo no fue fácil, y aunque siempre supe que el autocuidado era importante, la falta de tiempo me llevó a ponerlo en segundo plano. Sin embargo, con el paso de los años, he comprendido que nuestro cuerpo y nuestra mente están profundamente conectados, como lo afirma Bruce Lipton en su teoría de la biología de la creencia.
Lipton asegura que nuestras células responden no sólo a estímulos químicos, sino también a la energía que generamos con nuestros pensamientos y emociones. Esto quiere decir que, si cultivamos una mentalidad positiva, saludable y de autocuidado, nuestras células se verán favorecidas, y nuestro cuerpo será más resistente frente a enfermedades. Los hábitos saludables, como la alimentación adecuada, el ejercicio regular y la salud mental positiva, no sólo mantienen el cuerpo en forma, sino que también nutren nuestra mente.
Por ejemplo, el simple acto de caminar cada día, como hacía mi madre, puede tener un impacto positivo en la salud celular, mejorando la circulación, reduciendo el estrés y promoviendo la producción de endorfinas. Además, la relación entre la mente y el cuerpo nos invita a pensar que, al cultivar pensamientos de gratitud, alegría y resiliencia, podemos fortalecer nuestras células, reducir el impacto del envejecimiento y prevenir enfermedades.
*Artista visual, escritora y terapeuta