Estamos viviendo un momento histórico en México para las mujeres, en el que cada vez más de ellas ocupan puestos clave en la vida pública. Con las elecciones del 6 de junio de 2022, el número de gobernadoras ascendió a nueve, lo que equivale a casi una de cada tres entidades encabezadas por una mujer. Además, según la sexta edición del Informe Legislativo del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), tras las elección del 2021 hay más mujeres que hombres en los congresos estatales.
Estos avances son producto de una agenda ambiciosa que por dos décadas ha buscado incrementar la participación política de las mujeres. La medida más reciente fue la reforma constitucional de 2014 que obligó a los partidos políticos a garantizar la paridad de género en candidaturas a cargos de elección popular. Es decir, los partidos deben tener el mismo número de candidaturas por sexo. En los congresos, además, este principio aplica también para asignar los asientos de representación popular, lo que ayuda a corregir posibles sesgos producto de la elección.
Como resultado, la representación de mujeres en los congresos estatales del siglo XXI pasó de 18% en 2003, a 38% en 2006, a 53% en 2022. Esto implica que, a la fecha, prácticamente todas las entidades tienen congresos paritarios. Jalisco es la que tiene la mayor representación de mujeres con 63% mientras que el Estado de México es la que tiene el menor porcentaje con 45%.
Querétaro se encuentra a media tabla, en donde su congreso local está conformado por 13 mujeres y 12 hombres, lo que equivale a que 52% de los curules están ocupados por ellas. Esto contrasta con 28% de las alcaldías de la entidad que estan encabezadas por una mujer.
La llegada a puestos de toma de decisiones en sí es una buena noticia, porque sirve para inspirar a niñas y jóvenes a alcanzar ese tipo de puestos en un futuro. Rompe con estereotipos y permite que más mujeres sueñen con ser gobernadoras o legisladoras para mejorar sus comunidades. Sin embargo, no es suficiente para garantizar una paridad sustantiva que cierre otras brechas de desigualdad. Para eso, las mujeres tienen que tener voz y voto que influya en los ámbitos en los que se desarrollan.
Medir esto es difícil. El Imco lo hace a través de las presidencias de comisiones relevantes de los congresos locales, aquellas que marcan el rumbo de las políticas públicas o de temas prioritarios: presupuesto, fiscalización, hacienda, gobernación, justicia, seguridad, la Junta de Coordinación Política y la Mesa Directiva. En el promedio nacional, 43% de estas comisiones están encabezadas por mujeres. No obstante, la proporción para Querétaro es menor (25%), solo una de cada cinco comisiones de esta naturaleza está representada por una mujer.
Además, aunque el gobernador Mauricio Kuri prometió tener un gabinete paritario, solo 28% de las principales instituciones de la administración local están a cargo de mujeres. A falta de un directorio actualizado, esta cifra la calculé con el anuncio oficial que se dio el primero de octubre de 2021. Sin mujeres, es imposible incluir perspectiva de género en la toma decisiones y construir una entidad más incluyente.
Querétaro es una entidad próspera, un polo económico que todavía es atractivo para la inversión y el talento. Sin embargo, poco ha hecho por disminuir la profunda desigualdad entre mujeres y hombres que amenazan su nivel de competitvidad. Hay mucho que hacer para disminuir estas brechas desde lo público y lo privado. El primer paso es reconocer el desafío e involucrar a más mujeres en el análisis de las problemáticas y el diseño de sus soluciones.