Muchas mujeres alrededor del mundo han reportado afectaciones a su ciclo menstrual después de haber sido vacunadas contra el covid-19. Sin embargo, es imposible saber con certeza si estos efectos fueron causados por la vacuna, porque, como encontró la revista científica Nature, la mayoría de los ensayos clínicos no publicaron resultados separados por sexo. ¡Ni siquiera sabemos si fueron representativos para las mujeres!
En las investigaciones es común que se ignoren posibles efectos diferenciados entre hombres y mujeres. En el libro Mujeres Invisibles, Carolina Pérez-Criado hizo un compendio de ejemplos espeluznantes de este tipo, lo que en parte se asocia a la baja representación de mujeres en ciencia y tecnología a nivel global.
México no es la excepción. Un estudio reciente del Imco, ¿Dónde están las científicas? Brechas de género en las carreras STEM, encontró que hay muy pocas mujeres que deciden estudiar carreras relacionadas con ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería (conocidas como STEM por sus siglas en inglés). Del total de alumnas inscritas en la universidad, sólo 21% están en programas STEM contra 48% del total de hombres universitarios.
A nivel estatal hay diferencias para impulsar talento femenino STEM. Coahuila encabeza la lista con la mayor proporción de mujeres (28%), a diferencia de Nayarit y Quintana Roo (11%) con las proporciones más pequeñas. Querétaro se ubica en sexto lugar con 24% de universitarias en estos programas.
El problema no es solo la falta de preparación de mujeres en estas áreas, sino también que una vez que llegan al mercado laboral, muy pocas alcanzan los puestos más altos. Para muestra un botón. Otro estudio del Imco, Mujeres en ciencia y tecnología: más allá de la foto, encontró que solo 6 de los 26 centros de investigación de Conacyt están encabezados por mujeres. ¿Cómo garantizar perspectiva de género con tan pocas lideresas?
La diversidad de quienes trabajan en los sectores relacionados con la investigación y el desarrollo es fundamental.
Permite plantear preguntas e hipótesis desde perspectivas diferentes para entender mejor fenómenos complejos, como una enfermedad o el cambio climático, así como encontrar soluciones efectivas para la mayoría de las personas, considerando diferencias biológicas o de necesidades según estilos de vida.
Alcanzar esta diversidad requiere considerar e invertir en la tubería de talento de las mexicanas para que más de ellas opten por estas áreas de estudio y trabajen bajo mejores condiciones. Esto implica desde intervenir en los primeros años de estudio para inspirar a las alumnas desde pequeñas, hasta implementar acciones que mejoren el ambiente laboral en laboratorios y centros de investigación para contar con más mujeres en puestos de liderazgo.
Además, todas y todos podríamos hacer algo desde nuestras propias trincheras. Un padre de familia podría alentar los sueños de su hija que quisiera ser ingeniera física. Una maestra o maestro puede aprovechar en sus clases libros sobre historias de mujeres destacadas en estos campos. Un funcionario de educación estatal podría diseñar una campaña de orientación vocacional para motivar a las niñas de su entidad. Cualquiera puede detonar cambios para que más mexicanas puedan ser agentes de cambio en la ciencia.