El PAN, desde su nacimiento, ha tenido claro su objetivo: enriquecerse desde el servicio público y la representación popular, se dieron cuenta de que el ser oposición les daría buenos dividendos si sabían hasta dónde estirar la liga, muestra de ello fue la alianza no oficial que tuvieron durante décadas con el PRI, cuando los tricolores dominaban la totalidad del país en cuanto a gubernaturas y controlaban las cámaras legislativas. Ante esta coalición en lo oscuro fue que nació el famoso PRIAN como una forma de englobar en unas siglas la serie de tejes y manejes que tenían ambas agrupaciones tras bambalinas, aunque en público lo negaran. Con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador esta unión azul y tricolor se volvió oficial, quedaron atrás los años en los que tanto unos como otros tenían que esconder su cariño, afecto y afinidades y su punto cúspide se dio hace unos meses cuando en la figura de Xóchitl Gálvez, aquellos que siempre negaron trabajar juntos, ahora tenían una candidata a la Presidencia en común, fenómeno que se repitió en miles de candidaturas más.

Durante los 12 años que gobernaron el país, el provecho que sacaron fue empoderar y reforzar a grupos empresariales que veían en el PAN a un gran aliado, basta ver el crecimiento del rancho de Vicente Fox o cómo algunos políticos de mediana importancia tomaron fuerza económica en ambos sexenios azules. Por ejemplo, en Querétaro, vimos cómo Francisco Domínguez pasó de ser ganadero, político y aprendiz de karateka a un empresario importante en el estado que gobernó, y es que el también veterinario contó con la “fortuna” de que una carretera de reciente creación pasara justo por donde se encuentran sus propiedades y por consecuencia estos predios subieron exponencialmente su valor, no cabe duda que hay gente que nace con estrella.

Así, podríamos mencionar varios ejemplos, de actuales senadores, alcaldes, entre otros. El problema de esta dinámica que los blanquiazules aplican es que los vuelven ajenos a las necesidades del pueblo que representan y que les paga su salario, muestra de ello son las decisiones que autoridades panistas toman en contra del bolsillo de la población, elevando los servicios públicos y los impuestos, convirtiendo lugares como el municipio de Querétaro en uno de los más caros del país, para muestra el nada honroso tercer lugar que tiene en cuanto a recaudación del predial, sólo detrás de Zapopan y Guadalajara. Es increíble que una ciudad como la capital tapatía, con más del triple de población que la capital Queretana, recaude casi lo mismo. No cabe duda, el sueño del PAN es que sólo ellos y sus empresarios puedan vivir en la entidad y el resto busquemos cupo en otros lados.

A los azules se le olvidó que el mandato era compartir el pan entre todos, no compartir Querétaro entre los panistas. Ya pronto se van.

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