La oposición no merece contar con el voto de confianza del pueblo de México, cuando estuvo al frente del país se enfocó en realizar negocios desde la ventaja de estar a cargo de la administración pública, para nadie es un secreto que tanto tricolores como blanquiazules llegaban con patrimonios sencillos, lejos de la opulencia y que después de ocupar uno o dos cargos, sus arcas se llenaban de manera importante, sin recato alguno, siempre privilegiando el interés propio y de quienes habían hecho una apuesta al impulsar la carrera política de aquellos que al llegar a espacios de decisión, abrirían las puertas de par en par para que dicha inversión empezará a retornar con jugosas ganancias. El PRI que estuvo prácticamente siete décadas de manera ininterrumpida en el Poder Ejecutivo federal, ponderó la cultura de la corrupción como parte del manual de la clase política mexicana, empoderando a unos cuantos y repartiendo migajas a la mayoría para así conservar el control de un México que sexenio tras sexenio sufría descalabros financieros, crisis sociales y duros golpes a una soberanía que parecía tener los días contados.

Con la llegada de Vicente Fox y de Acción Nacional en el año 2000, algunos ilusos pensaron que el cambio por fin había llegado al México moderno, desafortunadamente para aquellos que le dieron su voto al originario de Guanajuato, las cosas no cambiaron, en cambio empeoraron, había llegado un partido que se asemejaba de más al que recién había dejado vacante la silla presidencial, sólo que estos motivados por su origen corporativo, resultaron tener mayor apetito que un ave de carroña, por ello sumaron esfuerzos para quitarle a AMLO el derecho legítimo de ser presidente del 2006 al 2012, imponiendo al mismo tiempo a Felipe Calderón, quien impulsaría reformas estructurales con fines privatizadores y fundaría un narcogobierno cuyos estragos seguimos padeciendo, tan poca capacidad tuvieron para estar al frente de la nación, que prefirieron servir de tapete para el regreso del PRI después de 12 años de estar detrás de bambalinas, con el PAN el dinosaurio nunca se fue.

Hoy ante un Gobierno de México que ganó democráticamente su lugar en la historia, los opositores han decidido no ofrecer algún proyecto de nación que le sea atractivo a la ciudadanía, en cambio han buscado cuidar celosamente sus bastiones, mismos que elección tras elección van disminuyendo. Su estrategia para ganar adeptos nuevamente está sustentada en un discurso de odio, en la desinformación y la calumnia, en el porrilismo legislativo tal y como lo vemos actualmente en la Cámara de Senadores. Aunque les duela, el PAN y sus achichincles no representan a nadie, sobreviven gracias a las vinculaciones de poder que construyeron durante prácticamente 90 años, sin ellas la hoy oposición estaría más cerca de la extinción, que de regresar al poder que tanto anhelan tener para seguir acrecentando su patrimonio y el de sus allegados. México merece una oposición digna, no burdos representantes que confunden su labor, con un acto circense.

Que bueno que el pueblo de México decidió y que sigue convencido de que el camino es abajo y a la izquierda, nuestro país no aguanta un día más en manos de los conservadores. ¡Por favor, nunca vuelvan!

Google News