Aún recuerdo aquellos años en los que participar en Morena era un acto reservado sólo para personas realmente convencidas del proyecto alternativo de nación que AMLO y millones de ciudadanas y ciudadanos defendiéramos en la calles, universidades, fábricas, plazas públicas y en los escasos medios de comunicación que brindaban cobertura al movimiento. La ilusión y urgencia de vivir una etapa democrática después de años de totalitarismo conservado, nos llevó a encontrarnos elección tras elección para buscar evitar un atraco a la voluntad popular, todo esto sin dinero de por medio, con la pura voluntad de contribuir a un movimiento que brindaba esperanza de reformar la clase política del país desde la militancia, hasta la silla presidencial. A lo largo del camino vivimos momentos de todo tipo, desde la indignación de ver cómo una camarilla de mafiosos le robaba al pueblo la posibilidad de decidir quién quería que estuviera al frente de la nación, hasta un sinnúmero de agresiones vividas por disentir con la postura oficial, por aferrarnos a la digna rabia de no resignarnos a un escenario desolador para un pueblo que desde finales del siglo pasado ya había dejado en claro que no se encontraba conforme con el gobierno que tenía.

Aunque no lo crean, todavía en 2018, ya con la fiebre del obradorismo a todo lo que daba, hubo espacios vacantes en candidaturas para puestos de elección popular, entre el miedo a un nuevo fraude y la desconfianza en las instituciones electorales, las planillas fueron complementadas con personajes que se animaron a participar como si se tratara de una aventura para su anecdotario, sin llegar a pensar que tendrían posibilidades de triunfo, pero el fenómeno que generó Andrés Manuel hace casi seis años fue algo sin precedentes, llevando a más de un incrédulo a ocupar espacios en cabildos y cámaras legislativas. Desafortunadamente este fenómeno de 2018 tuvo sus ventajas y sus tragos amargos. Por un lado se contó con representantes populares que defendían con dignidad lo planteado desde el inicio del movimiento, pero en contraparte más de un vival encontró en esta coyuntura el estribo idóneo para montarse en el trabajo de miles de personas que de corazón y por convicción acompañamos al hoy al compañero Presidente.

Las elecciones intermedias y las del 2024 están plagadas de oportunistas que creen que por personalizar su perfiles de redes sociales con colores guinda, usar un chaleco color vino y hacer una señal con la mano es suficiente para contar con el respaldo de un partido que aún se encuentra a buen tiempo de cerrarle las puertas y ventanas a todos aquellos personajes que creen que el camino se trata de pagar para llegar, sólo no olvidemos que quienes sin tener nada asegurado le inyectan fuertes cantidades de dinero a la promoción de su imagen, van a querer recuperarlo con intereses al llegar al cargo, por ejemplo ese tal Chema, que gasta más en campañas en Facebook que sus suelas en la calle, en Morena Querétaro ni lo conocen y sus encuestadores sólo están simulando, sin dejar a un lado las “notitas pagadas” asegurando que es un perfil competitivo para el municipios de Querétaro. Así como este señor, varios impresentables más ven en el 2024 su oportunidad de vivir nuevamente del erario, no poseen ideales firmes, sólo ambiciones desmedidas y vulgares.

Este fenómeno se está dando en todo el país , la doctora Claudia Sheinbaum y el partido deben estar pendientes de que no se integren perfiles que lejos de sumar, buscan quebrantar al movimiento desde su entrañas.

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