El gobierno del estado vive un tsunami en su interior, ya que no encuentran a quién culpar por la situación acontecida el domingo pasado, el desprecio mostrado a la figura del gobernador Mauricio Kuri fue contundente, al grado de provocarle gestos que desfiguraron de manera evidente su rostro y bloquearon su capacidad de habla, llevándolo a un mutis total, una mirada colapsada buscando algún rostro amigo entre el público, pero no lo encontró, sólo pudo constatar que las encuestas que le enseñan sus allegados son sólo números alegres, mismos que lo han hecho vivir una realidad que no existe, tal fue la incomodidad del titular del Ejecutivo estatal que tanto la presidenta electa, como el Presidente tuvieron que salir al quite para que los gritos de "¡Fuera Kuri" y "Revocación!" cesaran por unos momentos, ya que los ánimos de los asistentes estaban más que enardecidos y se corría el riesgo de que el evento tuviera mayores daños colaterales de los que tuvo.

En el discurso las protestas continuaron, fue imposible apaciguarlas y el gobernador tuvo que pasar tragos amargos en cada hoja de su discurso, las reacciones fueron más que inmediatas, su segundo abordo salió desencanchado, la responsabilidad de dicha exposición pública era totalmente de su oficina y claramente había fracasado en su cálculo de riesgos, eso que desde temprana hora llegaron varias personas para ocupar lugares clave para que Kuri se sintiera cobijado por sus aplaudidores. Las primera palabras del secretario encargado fueron dirigidas a evadir lo sucedido y cerró una entrevista diciendo que el evento sólo era un cambio de estafeta entre AMLO y la doctora Sheinbaum, aunque la estrategia en redes sociales fue clara y a los pocos minutos de la rechifla popular, muchos funcionarios panistas salieron a respaldar al huésped de la Casa de la Corregidora y a enaltecer las cifras que según ellos sitúan a nuestra entidad como una de las mejores para vivir, habría que preguntarle al otro Querétaro.

Tras la lluvia de posicionamientos defendiendo a Kuri, vino la repartición de culpas, y como ya es costumbre, decidieron culpar a Gilberto Herrera, no cabe duda que al panismo local aún le duele el contundente triunfo del senador en una zona donde la operación política fuera doble por parte de los blanquiazules, al grado de pedirle a dos exgobernadores que se unieran a una campaña que a todas luces se veía desfavorable. Pero lo preocupante no es que el gobernador fuera increpado o que no tuviera la capacidad de salir de un bache de esta magnitud, lo que nos debe tener atentos es su incapacidad de darse cuenta de que han gobernado mal, han priorizado los intereses de unos cuantos y han implementado como herramienta de diálogo el garrote y la intolerancia y han decidido irse por el camino fácil, señalar a un personaje que ha encarado las malas decisiones de los gobernantes.

Este evento demostró varias cosas, la primera, es el cariño que Querétaro le tiene a AMLO y a Claudia, después la poca capacidad de autocritica del equipo del gobernador, y por último, el miedo que le tienen al doctor Herrera y a cómo sus simpatías crecen día con día. Tiempo al tiempo, el 27 ya está aquí.

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