La amenaza que representa el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos para México abarca diferentes frentes. El primero es el migratorio, el cual se sitúa en la lista de prioridades del presidente electo del país vecino; después la seguridad en la frontera y el combate al narcotráfico, y por último el mediático, que es donde Trump se desempeña de mejor manera, la muestra es la elección que ganó hace unas semanas. Desafortunadamente para el próximo mandatario estadounidense, no le tocó la época donde los mandatarios mexicanos hacían caravanas y con un gesto sumiso entregaban al país para el beneplácito de los que se sienten dueños del mundo, al también empresario le tocó sortear la gallardía, dignidad y amor por México que caracterizó al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde el principio de su mandato no permitió que las amenazas de aranceles nos subordinaran como país y fue a la frontera en Tijuana para dejar en claro que si bien somos países vecinos, con acuerdos comerciales importantes y desde hace décadas tenemos una relación diplomática cordial, en el nuevo gobierno de México no había cupo para discursos de odio contra el pueblo mexicano y menos actos de intimidación.
Muestra de esta firmeza de AMLO fue que la relación entre ambas naciones caminó de manera tranquila y ordenada, se atendieron peticiones de ambas naciones y fue el propio Obrador quien viajó a Estados Unidos para dar un discurso que sin temor a equivocarme está situado en los hechos históricos de mayor importancia en el último siglo, un verdadero acto de dignidad. Ahora en lo que será su segundo periodo el político republicano se topa con la doctora Claudia Sheinbaum, quien trae la escuela obradorista y a quien en ningún momento le tembló la mano para defender al país ante una nueva serie de amenazas, siendo clara en sus palabras donde le recuerda a Trump que el 70% de las armas ilegales en México provienen de Estados Unidos, demostrando así que el gobierno del país vecino tiene una efectividad reprobable. Abordó temas de salud pública, como el consumo desmedido de drogas sintéticas y la epidemia del fentanilo que es sustentada por la población estadounidense. La Presidenta también dejó en claro que el camino es el diálogo pero que en caso de que se le impongan aranceles a México habrá respuesta firme y sin titubeos, y por último le sugirió destinar un porcentaje de su presupuesto militar a la paz y desarrollo, con lo cual se atendería de manera más efectiva la llamada crisis migratoria.
Al parecer las aguas regresaron a su cause y la diplomacia sigue dominando una relación que hasta la llegada de López Obrador, había sido de sometimiento y obediencia ciega, sorda y muda. De lo más importante es que el sector empresarial lejos de sus acostumbradas conductas malinchistas, salieron a defender la postura de Claudia Sheinbaum, secundando así a un grupo de empresarios estadounidenses que le sugerían a su próximo presidente reconsiderar las posibles medidas que aplicaría contra México. Es un hecho, los tiempos del mande usted ya pasaron, hoy estamos ante una nueva realidad donde el respeto a México y su gente prevalece sobre todas las cosas.