La Ciudad de México es una de las mayores concentraciones urbanas del planeta. Es también la que mayor sufrimiento causa a quienes viven en ella, según el estudio BM Global Commuter Pain Study.

De acuerdo con dicha encuesta, la Ciudad de México es —junto con Beijing, China— la que más trastoca la vida de sus habitantes por la frecuencia y duración de los congestionamientos de tránsito, en la que invierten, en promedio, 2 horas y media en traslados de su casa a su trabajo y viceversa.

El México-Querétaro, una promesa añeja que retoma Claudia Sheinbaum para su sexenio, puede crear un fenómeno de conurbación entre la CDMX y Querétaro. El tren puede hacer que sea más rápido llegar al centro de la capital desde Querétaro que desde Naucalpan, por ejemplo.

El fenómeno no es nuevo. Los trenes tienen ese efecto de reducción relativa del espacio-tiempo y de generación de nuevas Zonas Metropolitanas discontinuas.

Esto ocurre actualmente entre las ciudades españolas de Madrid y Ciudad Real, por ejemplo.

Entre ambas urbes existe una separación de 200 kilómetros. Desde la puesta en operación del servicio de trenes de Alta Velocidad Española (AVE), los flujos laborales entre ambas ciudades han crecido.

La conurbación de Querétaro con la CDMX trae consigo costos y beneficios, soluciones y contradicciones, como ocurre prácticamente con la mayoría de las actividades humanas.

Entre los beneficios generales, más allá de quienes lo aprovecharán con fines laborales, está el acceso expedito a bienes culturales que sólo es posible apreciar en la capital del país, como el Museo de Antropología.

Habrá costos particulares para aquellos que habiten la zona cercana a la estación en Querétaro.

Podrán darse procesos de “gentrificación”. La afluencia de pasajeros hará la zona atractiva para actividades de comercio y servicios, como sucursales bancarias, hoteles, tiendas de conveniencia, agencias de viaje.

Las contradicciones serán, en esa misma relatividad del espacio-tiempo, para quienes viven en comunidades periféricas —como Presa de Rayas, municipio de El Marqués— pues el traslado a la zona urbana de Querétaro implica cerca de hora y media, como si fueran habitantes de Tepotzotlán, a 45 kilómetros pero de la CDMX.

El tren, pues, puede desnudar la situación de marginación de quienes viven en la periferia de la Zona Metropolitana de Querétaro, sin opciones suficientes de educación superior o salud.

Consultor, académico y periodista

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