La Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro destapó esta semana un caso de fraude en el proceso de admisión que se llevó a cabo este año.

La denuncia involucra a una industria que se ha generado alrededor del ingreso a esta institución de educación superior.

Más allá del caso puntual, de la “trampa” para entrar a estudiar una licenciatura, hay un tipo de corrupción que está legalizada y que al final es igual o más perniciosa que “filtrar” exámenes.

La industria alrededor de los procesos de admisión desnaturaliza la misión de la universidad pública.

Quienes logran el ingreso a la UAQ son quienes tienen los recursos económicos adicionales para pagar la preparación para los cursos propedéuticos o exámenes como Excoba.

Así, en lugar de que una universidad como la UAQ se convierta en un espacio de movilidad social, de encuentro entre los hijos de obreros y campesinos con integrantes de las clases medias y la élite, el ingreso a la universidad pública se convierte en un filtro clasista.

¿Qué familias están en condiciones de pagar hasta $8,300 pesos para que sus hijos ingresen a cursos que presumen el 85% de efectividad a quienes buscan ingresar a estudiar una licenciatura?

El obrero, con un sueldo mensual de dos salarios mínimos, puede destinar el 50% del ingreso mensual en este tipo de capacitación adicional.

¿Dejará de pagar transporte, comida, vestido y alimentos a los demás integrantes de la familia para que el hijo o hija que concluyó el bachillerato pueda aspirar a obtener las “mentorías” que garantizan una matrícula en Medicina, Ingeniería, Derecho o Contabilidad?

El modelo de admisión adoptado a la fecha, y la industria de cursos a su alrededor, corrompe el espíritu de movilidad social de una universidad pública.

Discrimina y perpetúa una situación donde quienes nacen pobres se mantienen pobres y quienes nacen ricos se mantienen ricos.

Aunque “influencers” aseguran que los estudios universitarios ya no sirven, la estadística oficial revela que quienes logran concluir una licenciatura acceden a trabajos con sueldos superiores.

Por lo pronto, las autoridades de la Universidad Autónoma de Querétaro anunciaron que se revisarán los modelos de admisión para las distintas Facultades.

Ojalá se adopten acciones afirmativas a favor de la movilidad social, más allá del aparente “mérito académico” o el puntaje en un examen.

Ese esquema refleja quién tuvo los recursos para tener “preparación extra” y quienes no.

El pobre no es pobre porque quiere, los caminos de la movilidad social tienen barricadas como esta que hemos normalizado bajo el cuento de la meritocracia.

Consultor, académico y periodista

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