El gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri González, reconoció esta semana que uno de los factores que complican el escenario del transporte público es la dispersión de la Zona Metropolitana de Querétaro.

La distancia entre colonias encarece, en general, la dotación de servicios. Supone un mayor gasto en la introducción y mantenimiento de agua potable, caminos y líneas eléctricas.

Lo mismo ocurre con el transporte público. Las unidades recorren mayores distancias para recoger pocos pasajeros, lo cual implica mayor gasto en combustibles, lubricantes, neumáticos y mantenimiento en general.

La solución pasa por “compactar” la ciudad. Incrementar la densidad. Mucho se ha hablado de fomentar el crecimiento vertical.

Sin embargo, ese incremento de densidad, en las condiciones actuales, traerá otras complicaciones.

La obra de Paseo 5 de Febrero nos dejó ver que durante décadas se le cargó a esa vialidad el peso de los fraccionamientos nuevos para los traslados en el eje norte-sur.

No hubo, durante décadas, la visión de crear otra arteria paralela, para los traslados de zonas como Satélite hacia Jardines de la Hacienda, por ejemplo. Todo se le cargaba a 5 de Febrero.

El libramiento surponiente ha asumido ese papel de vía paralela, pero en ese cambio ha perdido su naturaleza y se ha convertido en otra vialidad urbana.

Se repite el error de adoptar como vialidad urbana lo que fue pensado como carretera. Tropezamos con la misma piedra al no generar calles pensadas como calles.

Con un diseño de “cuadrícula” más extendido en el trazo urbano, la intervención en 5 de Febrero hubiera sido menos asfixiante.

La regeneración de esta arteria afortunadamente incorporó un diseño orientado al transporte.

Y ahí está la clave. Convertir al transporte público en el centro del diseño urbano, en el candado contra la dispersión de la mancha urbana.

Si bien la autorización de nuevos fraccionamientos corresponde a los municipios, en el ámbito estatal se puede condicionar la factibilidad de cada nueva urbanización a la disponibilidad de infraestructura para el transporte público.

Ya se hace con el agua potable. Para que se pueda autorizar una nueva colonia debe contar con un dictamen de factibilidad de la Comisión Estatal de Aguas.

En los últimos 50 años hemos hecho las cosas al revés. Primero se autorizaron las colonias y luego el sistema de transporte se tenía que adaptar, extender sus rutas y frecuencias.

El resultado fue un sinsentido, una telaraña de recorridos que a la fecha no hemos logrado desenmarañar.

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