Es muy probable que a quienes les gusta la historia de la humanidad se han preguntado sobre el origen de las ciudades, ya que nuestros primeros ancestros fueron nómadas y se trasladaban de un lado a otro en busca del alimento, de un refugio y protegerse de los bruscos cambios de clima, condiciones indispensables para garantizar su supervivencia. No fue sino hasta el descubrimiento y desarrollo de la agricultura que comenzaron a construir asentamientos para establecerse ahí y con ello darle prioridad a la alimentación, en el tope de las necesidades humanas. De acuerdo a los registros que se tienen, fue entre el tercer y cuarto milenio A.C., en la ribera del río Éufrates en Mesopotamia, hoy Irak, donde estuvo una de las ciudades más antigua conocida como Uruk y de acuerdo a las investigaciones contaba entonces con una población superior a los 50 mil habitantes. Hoy día, más de la mitad de los seres humanos habitamos en zonas urbanas y las ciudades más grandes cuentan con un número que supera los 30 millones de habitantes.

Las ciudades que crecen al paso del tiempo y de las generaciones de habitantes que transitan su calles, inevitablemente se han ido transformando y poco a poco han ido realizando en cada época su modernidad. El tiempo transcurre con la misma velocidad siempre, pero la humanidad ha logrado acelerar impresionantemente cambios y transformaciones urbanas hacia la actualidad y ello ha impactado de manera sorprendente muchos de estos asentamientos. Seguramente tuvieron, tienen y tendrán controversias sobre la manera de modernizarse, pero lo que impera es la realidad de lo que ocurre en cada una de las que siguen creciendo.

Esta fotografía que les comparto, me invita a reflexionar sobre el tema. Corresponde a la ciudad de Toronto, Canadá. Con un detalle del Old City Hall, edificio construido a finales del siglo XIX, inmueble con su propia historia y anécdotas, que destaca ante la posterior modernidad, donde el acero y cristales se fueron apropiando de la vista y hoy forma parte de esos contrastes que chocan en el tiempo. La presencia de un árbol sin follaje, pareciera un serio aviso para recordarnos que debemos mantener en ellas espacios verdes, como otra condición más para garantizar nuestra supervivencia, ahí y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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