Me gustan las sorpresas que suele presentar la naturaleza entre la enorme diversidad de seres vivos que habitamos en este planeta, y más aún cuando sin conocerlos los descubres en su propio hábitat. Recuerdo hace ya unos años, cuando tuve la posibilidad de visitar los humedales en el estado de Mato Grosso do Sul en Brasil, justo en la primera oportunidad de recorrer en una lancha uno de los ríos con mi cámara fonográfica, comencé a escuchar un sonido muy peculiar, algo parecido al choque constante de un par de huesos grandes lo que despertó de inmediato el interés y la curiosidad de saber qué era lo que emitía tan singular sonido. Íbamos despacio cuando de pronto en la orilla del río apareció un enorme personaje de plumas blancas, patas delgadas y largas, con un grueso cuello negro de piel rodeado de un anillo rojo y llamativo, una cabeza con ojos negros brillantes y un gran pico robusto que al abrirse y cerrarse provocaba aquellos sonidos. Se trataba de la cigüeña Jibarú, tuyuyú, o jíbaro americano, la segunda ave más grande en el continente americano, después del cóndor andino. Con una altura alrededor de metro y medio y apenas un poco menos de tres metros de envergadura, suele estar presente en los humedales desde Yucatán en México, bajando por la geografía y hasta la pampa argentina. Uno de los lugares donde abunda es justamente el Pantanal brasileño, conocido ahí como Tuiuiú, donde es símbolo de la riqueza y biodiversidad del lugar. Su imagen se asocia con la preservación del medio ambiente y la identidad cultural del lugar, además de ser un indicador con su presencia, de que el hábitat está preservado.
Fue sorprendente verlo por primera vez, nos acercamos mientras se encontraba en la tarea de acomodar en su especializado pico, un pez de buen tamaño. Nos miró con sus redondos y oscuros ojos con esa expresión que explica por qué es un referente de la preservación. En los días subsecuentes, nos acostumbramos al peculiar sonido de su pico, ya que siendo un ave muda, es bastante expresiva, como también lo son los enormes nidos que construyen en árboles secos. Aquí les comparto una imagen de un par de modelos, uno de pie y el otro en vuelo. Es una maravilla descubrirlos para quienes vivimos en la lejanía de otras latitudes, con sus propios encantos, como lo es este Querétaro nuevo que deseamos conservar.
@GerardoProal