Hoy llegamos al último día del décimo mes del presente año 2024 que al igual que los que le antecedieron, pareciera que transcurre con una velocidad abrumadora que nos impide tomar clara conciencia del tiempo que estamos viviendo en la actualidad. No es ningún secreto lo que ya escuchábamos mencionar inmediatamente después de la pandemia, en cuanto a que no vivimos una época de cambios, sino literalmente un cambio de época. Esto se explica cuando vemos la manera cómo una importante mayoría de gente se afana sólo en vivir feliz y marca una distancia de las tantas dificultades y adversidades que les agobian a ellos mismos y a otros.
Es decir, hoy se persigue la felicidad como un propósito duradero por encima de todo y aparentemente eso permite obtener éxitos, dinero y amigos. Tener una expectativa de solamente ser feliz, te lleva a pensar que en el momento que no lo eres, entonces eres infeliz y debes luchar a rajatabla contra ello.
La verdad es que la felicidad es una emoción más al igual que la alegría, el humor, el amor, el miedo, la ansiedad, la ira, la tristeza, el rechazo, la vergüenza y las hay ambiguas como la sorpresa, la esperanza y la compasión. Las emociones vienen y van una y otra vez de acuerdo a nuestras vivencias. Muchos filósofos de la antigüedad han abordado el tema de la —Felicidad— y actualmente los hay quienes marcan una destacada diferencia de la misma con el —Sentido de Vida—, un concepto que consideran una alternativa entre ambos, ya que son distintos pero están relacionados. El sentido de vida es mucho más profundo y corresponde a aquello que conecta y contribuye a algo que va más allá del propio individuo, como lo es la familia, el trabajo, Dios o la religión y la comunidad, permitiendo que tengas mayor orden en tu vida, cambiando el sentido aleatorio de las circunstancias por la coherencia de propósito y valor. Entonces se logra construir una narrativa en la suma de todas las experiencias vividas por la persona, incluidas las que no propician sólo la felicidad, pero que integradas adquieren un mayor valor positivo.
No es sencillo lograrlo y mucho menos cuando buscamos preservar en el afán de sentirnos solo felices, como lo intentamos en todo aquello que nos permita sentir placer, incluidos los dispositivos y la tecnología, que en un pequeño aparato nos brinda acceder a videos, redes sociales, televisión, juegos y un enorme etcétera de distracciones que poco a poco nos alejan de lo importante y lo trascendente.
La época que estamos viviendo en la actualidad, inmersa en la ilusión de —solo felicidad— también nos marca distancia de los demás y de todo aquello que podemos realizar para combatir las enormes desigualdades que no nos apetece conocer o reconocer.
No es malo buscar la felicidad, pero en la vida real, es mucho mejor encontrar el sentido de vida. Eso nos dará mayor fortaleza para lograr un balance con nosotros mismos y de nosotros para los demás, donde nuestro tiempo lo compartamos con quienes nos provoquen emociones positivas y en actividades como las artes, el deporte, el estudio, el trabajo y todo aquello que hagamos en favor de otros, lo que nos permitirá, más que ser felices, estar realizados en este mundo, que incluye el Querétaro nuevo que deseamos conservar.
@GerardoProal