Las ciudades, cualesquiera de ellas, son siempre protagonistas de su propia historia, la que se escribe con los acontecimientos que en ellas se llevan a cabo, que viven y quedan en la memoria colectiva de sus habitantes en el tiempo que les corresponde transitar por la vida y que de una u otra manera suelen transmitir a las generaciones que ciclo a ciclo van arribando a este mundo. Mucho depende del impacto que tienen en la gran comunidad y del propio interés que despiertan en la misma para que se registren de manera gráfica, por medios electrónicos, tecnológicos o a través de las maneras que fueron, son y serán una herramienta para narrárnosla.

Hay también ocasiones en que dichos eventos, por sus características, trascienden los límites de su geografía y viajan hasta otros insospechados confines del mundo.

Es gracias a esos registros y testimonios que nos enteramos, mucho más allá del tiempo y la distancia, de lo que vivieron en su tiempo muchas civilizaciones actuales o que ya dejaron de existir, pero que sus obras y hechos son reconocidos por otras comunidades, civilizaciones y generaciones en un momento dado y entonces, esas ciudades cobran mayor relevancia para mucha gente.

Con cada evento que viven, van marcando sus espacios, sitios y lugares, gracias a la propia evolución y transformación que suele suceder por el paso del tiempo y de su gente. Las hay milenarias, otras centenarias y algunas relativamente jóvenes en el correr de la humanidad. Algunas no logran trascender, pero eso no resta importancia o valor a lo que sucedió o sucede en las mismas. Cada uno de nuestros ancestros, cada uno de nosotros tejemos nuestra propia historia en alguna ciudad en particular. Hay otra gente que por múltiples razones deja atrás sus raíces y borda nuevas historias en lugares distantes a aquellos que les vieron nacer. La gente nos movemos o permanecemos en alguna ciudad, pueblo o localidad, pero los lugares siempre están ahí, inclusive resurgiendo de la destrucción de las guerras más crueles. De ahí, conocer y recorrer una ciudad es una manera de acariciarle y darle sentido en su memoria. Más aún, brillan sus ojos cuando recorremos sus museos y galerías, que son como su caja de recuerdos más preciados.

Acontecimientos como el desarrollo de los Juegos Olímpicos, ponen a las ciudades en al aparador mundial, como lo es hoy día la ciudad de París en Francia, que más allá de la polémica que se ha suscitado en la misma, escribe un nuevo capítulo en su historia y no deja de sorprendernos con la enorme riqueza arquitectónica, histórica y cultural que posee. Es, sin duda alguna, una de las ciudades más espectaculares del mundo y siempre será un sueño el visitarla en algún momento.

Cada ciudad en el mundo tiene su hoja de vida y nuestra joven queretana no es la excepción, ya que al haber celebrado recientemente el 493 aniversario de su fundación, ha reunido un importante número de acontecimientos importantes para ella y para nuestro país entero, a pesar de que en su crecimiento acelerado y en la prisa de hoy día parecieran diluirse un poco. En realidad, si nos damos tiempo de recorrer y visitar este verano sus sitios y lugares históricos y culturales, seguramente sonreirá con la certeza de preservar esa memoria colectiva que propiciará en los niños y jóvenes, el orgullo de vivir en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.


@GerardoProal

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