Uno de los eventos que más cautivan a quienes vivimos cotidianamente en las ciudades, es la oportunidad de alejarnos de ruido de vehículos automotores y del bullicio que suele haber en ellas para tener contacto con la naturaleza y activar esas emociones ancestrales de estar rodeados por árboles completamente vestidos de verde. Esos momentos nos permiten dejar a un lado las tantas preocupaciones que inútilmente atesoramos para nada. Son aún más especiales cuando los disfrutas al amanecer o previo a la puesta del sol, cuando este nos brinda un respiro y podemos caminando, observar ese entorno que nos da serenidad y calma. Descubrir una pequeña, bella y curiosa casita de madera colgada de alguna rama, en la que el tiempo y el clima le va dando un toque de misterio y de antigüedad prematura que la convierten en automático en un escenario de historias, donde los protagonistas pueden ser aves o duendes, inmediatamente nos invita a pensar en cuentos e historias que seguramente escuchamos o leímos en aquellos años en los que nuestra imaginación de niños no tenía límite.

No es casualidad, que dicha casita haya perdido los vistosos colores que seguramente tuvo cuando algunas manos artesanas le dieron esa forma tan suya que la distingue de muchas otras, me parece más bien que lo ha decidido en su afán de mimetizarse con su entorno y su origen para formar parte más viva de un paisaje en el que puede atraer a los moradores que le darán sentido a su puertas, paredes y ventanas. Quien la colocó, seguramente lo hizo esperando la pregunta de alguna nieta o nieto que diga ¿por qué está ahí? En ese mismo instante vendrá a su mente como respuesta alguna historia o cuento que narrarles hasta que le devuelvan las

sonrisas suficientes para demostrar que valió la pena haberla colgado en ese lugar.

Me permití tomar una fotografía de tan pequeño inmueble en una escenografía verde. Por algún momento, tuve la impresión que la rama del árbol la mecía muy suavemente, como mostrando el orgullo de ser la anfitriona de la misma. No tuve la oportunidad de descubrir alguna de sus nuevas historias, pero seguramente habrá muchas, como las hay en este bosque urbano del Querétaro nuevo que deseamos conservar

@GerardoProal

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