Hay un evento no académico en el que muchas personas mayores nos titulamos dentro de la universidad de la vida. Es una formación para la que nunca estudiamos ni nos preparamos. Asistimos con la mayor alegría que te puede regalar el transcurso del tiempo, vestidos con estilo casual y, si todo marcha bien, sonriendo recibimos el título de Abuela o Abuelo.

Muchos años atrás decidimos formar una familia e, inmersos en las tareas del amor, con nuestra pareja damos uno de los pasos más importantes, dejando atrás una vida estrictamente personal y comenzamos entonces a compartir y construir la vida juntos.

Prevalece en nosotros, desde lo más profundo de nuestro ADN, el propósito de continuar la especie y encontrar en ello con la fuerza de aquella juventud, la maravillosa experiencia de ser padres y buscamos la información que nos oriente un poco en el desempeño de esa gran responsabilidad.

Durante un tiempo cercano a dos décadas, más las madres que los padres, nos dedicamos a criar y educar a los hijos, buscando también la posibilidad de que tengan una formación académica donde adquieran, día a día, el conocimiento necesario y conveniente para que puedan hacer frente a su propia vida con todos los retos que les corresponda tener en ese azaroso correr de los años.

Cuando concluyen su formación profesional, respiramos con alivio al concluir una de las etapas importantes a lo que ser padres se refiere, en especial cuando los has formado para que puedan realizar su propio vuelo, como en algún momento nos tocó hacerlo.

Dicen que el mayor éxito que se puede tener en la vida es la certeza de tener a tus hijos cercanos, no me refiero a distancia, sino a esa cercanía fruto del amor fraterno.

Volviendo al presente y con nietos pequeños. Visualizar el futuro en un periodo razonable, seguros de pensarlo y no ciertos de vivirlo por edad, nos resulta bastante más difícil por muchas razones, entre ellas la vertiginosa velocidad con que el entorno nos va cambiando a las comunidades humanas por el uso y abuso que como especie hemos realizado en los tiempos recientes y llevando con ello al planeta al borde de la sexta gran extinción.

Otros grandes retos como la economía que no logra encontrar un modelo que reduzca la brecha de desigualdad, los servicios de salud que cada vez son más costosos, el transporte urbano, el uso y manejo de recursos como la energía y el agua, la educación con herramientas al alcance de los menos favorecidos y un amplio etcétera, son temas que deben estar presentes en la visión de esas generaciones que hoy viven inmersos en la tecnología y en la información desproporcionada que debe filtrarse para que no sucumban al encanto de lo intrascendente y tengan una formación más enfocada a las necesidades reales que deben ser atendidas si queremos recuperar el balance que les permita una vida con mayor sentido tanto personal como social.

Ser abuelos lleva consigo una gran experiencia de vida, de aprendizaje más de los fracasos que de los éxitos y poder transmitirla es una tarea que el tiempo aún nos permite compartir con los hijos y los nietos para que nuestros errores no sean replicados por ellos y entonces, en ese éxito de la cercanía familiar, aprovechen aprender de nuestra experiencia en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.



@GerardoProal

Google News