Estamos a unos días de celebrar nuevamente la Navidad, el nacimiento de Jesús de Nazaret, hijo de María y José, este descendiente del rey David y aunque no fue su padre biológico, ya que la concepción de Jesús se da de manera divina, desempeña dicho papel con profunda dedicación a la familia y obediencia a la voluntad de Dios. Jesús nace en Belén, en un pesebre dentro de un entorno humilde y sencillo rodeado de un enorme simbolismo que marca su vida en un contexto de su naturaleza humana, la que trasciende en la humanidad marcando una división de épocas, antes y después de su nacimiento. La Navidad es una de las fechas más significativas en la liturgia cristiana, conforme lo describen los evangelios bíblicos de Mateo y Lucas. Para quienes profesamos la religión católica, son días de fiesta importantes y significativos, a los que se han sumado diversas tradiciones en las que prevalece también un espacio de análisis y reflexión para muchos.
Adicionalmente, la mezcla de costumbres y tradiciones en países como el nuestro, le otorgan a las últimas semanas del mes de diciembre ese cúmulo de festividades en torno a la Navidad qué, conforme transcurren nuestros particulares años de vida, nos permiten en ocasiones ir acumulando recuerdos que van más allá del propio fervor religioso con el que cada familia o personas celebramos. Son días que se viven en un ambiente muy peculiar y distinto al de la mayoría del año. Las ciudades y comunidades, así como los hogares, se visten de luces, aromas, alimentos, decoraciones y detalles llenos de simbolismo que arropan la celebración en estos días y noches donde también le damos la bienvenida formal al invierno en nuestra geografía. Así tratamos de calentarnos con un delicioso ponche de frutas o un atole preparados con esmero y con las recetas que han sido transmitidas a través de generaciones, siendo un detonador de emociones y sentimientos a flor de piel. Son días en los que hasta la información toma un breve descanso, sin que por ello la realidad del mundo actual deje de ser tan sincera. Un espacio donde se expresa el afecto y la gratitud y ello se manifiesta con obsequios entre la gente, los que incluyen muchas golosinas, panes y postres que se disfrutan a pesar de intentar cuidar una dieta sana que obliga a muchos a anotar bajar de peso entre los propósitos para el año que arribará puntualmente al concluir el último día de este mes.
La música tradicional navideña es escuchada en muchos lugares y pareciera que induce, además de las emociones, el deseo de dar cuenta del aguinaldo para quienes tienen la suerte de recibirlo. Son días que inspiran la generosidad para con quienes carecen muchas veces de lo indispensable y momentos donde la esperanza de un mundo mejor recarga las pilas de la ilusión. Abre una caja de recuerdos que cada año crece y su contenido se despierta con esa vivacidad de la infancia, hasta provocar en nosotros una enormidad de emociones que bailan junto con ellos.
Recordar el nacimiento de Jesús, el hombre, es una invitación a conocer más del personaje que marcó la historia del mundo, del ser humano que vivió su tiempo como tal, quien en su momento más difícil en Getsemaní, decidió aceptar y abrazar su razón de vida. ¡Feliz Navidad! desde este Querétaro nuevo que deseamos conservar.
@GerardoProal