El mes de abril ha transcurrido abriéndole con franqueza la puerta a la temporada de calor que comienza a sentirse en su apogeo en muchas partes del país, así como en nuestra ciudad que en el día recibe los rayos del sol a plomo, incrementando la temperatura de modo significativo en los termómetros y afectando a quienes laboran en las calles, e inclusive a quienes lo hacemos en lugares cerrados. Todo apunta a una temporada en la cual comienza a sentirse también ya la imperiosa necesidad de que pronto lleguen las lluvias, siempre tan temidas como indispensables.

Y hablando del calor, en las zonas selváticas, habitan diversas especies de tucanes, entre ellos el tucán grande, una de las aves más vistosas por sus colores y en especial por su gran pico de tonalidades amarillo, naranja y rojo, que asemeja algunas llamas, como si tuviera fuego en el mismo. Esta ave es muy hermosa, pero es también un eficaz depredador de nidos de aves más pequeñas, en los que devora los huevos y los polluelos. Vive en lugares muy cálidos y sus colores son utilizados como camuflaje y como señales para los de su especie. La naturaleza, en el cruel juego del cazador y la presa, lleva consigo los propósitos de lucha constante y permanente por la supervivencia y la reproducción de la especie. Curiosamente, el pico de los tucanes tiene varios propósitos, como atractivo entre las hembras y los machos que lo poseen muy similarmente en el cortejo, como una herramienta para su alimentación al atrapar frutos pequeños en ramas que no soportan su peso y abrir nidos, tiene adicionalmente la propiedad de ser un arma para la defensa, pero una función primordial, ya que esta ave no transpira, es la regulación de la temperatura, pues el pico posee una amplia red de vasos sanguíneos que permiten ajustar la temperatura rápidamente y en ese proceso puede variar la tonalidad en ciertas zonas del mismo, mostrando ese efecto parecido al fuego. Es toda una experiencia ver a los tucanes en libertad, como esta imagen tomada en la región de El Pantanal, Brasil, donde, además de alcanzar un gran tamaño, adquieren un brillo singular y colores por demás expresivos, especialmente cuando se logra fotografiarlos volando.

Ojalá y tuviéramos a mano esa propiedad de poder regular la temperatura con la eficiencia que lo hace el tucán, nos haría más cómodo transitar los días de calor en esta ciudad que mantiene su belleza, sus propios colores y su brillo particular, nuestro Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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