Dicen que lo viajado y lo bailado no nos lo quita nadie, es muy cierto. Cuando la vida permite salir y conocer lugares distantes a nuestra geografía, es siempre una oportunidad para aprender sobre otras costumbres y tradiciones de comunidades ciertamente distintas a la nuestra, incluso en nuestro propio país. Aunado a ello, hay lugares en los cuales el tiempo ha permitido atesorar una riqueza en historia y eventos de muy diversa índole. En especial, aquellas ciudades que en su patrimonio cultural, incluyen museos de amplia temática, ya que en mi particular opinión, son lugares que te reciben y al cruzar su puerta, nos movemos en el tiempo y nos transportamos generalmente al pasado, aunque también hay algunos que nos suelen pasear ocasionalmente por el futuro. Cada uno de esos edificios y su contenido, son posibilidades de dar rienda suelta a nuestra curiosidad en aquellos temas que, por alguna razón y sin ni siquiera explicárnoslo, nos atraen y nos apasionan, despertando en nuestro interior un verdadero interés de aprender sobre naturaleza, civilizaciones antiguas, arte, guerra, historia, tecnología, transporte y muchos más. Cada quien tiene su propia y particular curiosidad que le hace cosquillas y despierta su interés en algo.

A mi me gusta en especial la particularidad que poseen la gran mayoría de los museos y que es esa percepción de encontrarnos cara a cara con el tiempo. Es tener la certeza de estar frente a objetos, obras y testimonios que te llevan a otra época y algunos de ellos en su momento hablaban del futuro de aquel presente. Es confuso, pero de pronto tomamos conciencia de coincidir en tiempo y distancia, ahí estamos frente a frente haciendo un ejercicio de contemplación que nos alimenta el conocimiento con algo que se creó u originó hace mucho, pero mucho tiempo atrás.

Mi gusto por la naturaleza, aunque no he visitado tantos museos sobre historia natural, me obliga a realizar ese ejercicio de ver, no solo ejemplares disecados de especies vivas o extintas, sino algunos testimonios de fósiles que datan de millones de años atrás, si tomamos en cuenta que la gran extinción que terminó con la mitad de las especies vivas en la tierra ocurrió hace alrededor de 65 millones de años.

Aquí les comparto una imagen sobre los restos fósiles de un ejemplar, cuya descripción encontré en internet y sobre él a la letra dice: “Spiclypeus shipporum es la única especie conocida del género extinto Spiclypeus de dinosaurio ceratopsio casmosaurino, que vivió a finales del periodo Cretácico”. Lo veo e intento despertar mi niño interior, de la edad de mis nietos, para que imagine con mayor precisión la idea de estar frente a este ejemplar en un aquí y ahora, mientras al intentarlo me pregunto ¿y que pasa con el tiempo?. En realidad no tengo idea, como tampoco la tengo sobre lo que sucederá en la economía el próximo abril en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

Google News