La historia de la humanidad nos ha demostrado una y otra vez que los gobernantes elegidos democráticamente y que en el ejercicio del cargo se comportan democráticamente son los gobernantes que más han beneficiado a sus gobernados, y por el contrario los gobernantes autoritarios y dictadores son los que más han perjudicado a sus pueblos. Hoy basta observar a Venezuela, a Cuba o a Nicaragua para comprobarlo.
El ejercicio realmente democrático de un gobierno implica, entre otras muchas cosas, el respeto absoluto al Estado de derecho, a la división de poderes y a las instituciones de la República entre las que se encuentra la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Es por ello que los ataques a la SCJN y en sí al Poder Judicial por parte del Presidente y de todos aquellos lamebotas que, pisoteando su propia dignidad, quieren quedar bien con el dedo presidencial y gran elector, atentan contra la vida democrática del país y por tanto contra el bienestar de todos los mexicanos. Ataques que además al sustentarse en mentiras y en un discurso populista los convierte en “cuentos presidenciales”.
Es por lo anterior que todos aquellos mexicanos que aspiramos a vivir en un México mejor en el que todos encontremos la oportunidad de desarrollarnos al máximo de nuestras potencialidades, tenemos la obligación de defender con responsabilidad a la SCJN y al Poder Judicial.
Tenemos que hacerle ver a aquellos, que se han creído el cuento presidencial de que la SCJN está al servicio de una “minoría rapaz” y que se ha constituido en el “poder supremo conservador” por haber rechazado el denominado “plan B” del Presidente, que la Suprema Corte en cumplimiento de lo que le mandata la Constitución –Art. 105– solo hizo valer lo establecido en la Constitución y nada más, en este caso una violación al debido proceso legislativo.
Recordemos que el artículo 72 Constitucional establece a la letra lo siguiente: “Artículo 72. Todo proyecto de ley o decreto, cuya resolución no sea exclusiva de alguna de las Cámaras, se discutirá sucesivamente en ambas, observándose la Ley del Congreso y sus reglamentos respectivos, sobre la forma, intervalos y modo de proceder en las discusiones y votaciones”…, por lo tanto no seguir lo establecido en la Constitución y en la Ley y sus reglamentos es una violación a la propia Constitución y por lo tanto la SCJN cumpliendo con su obligación debe invalidarlas. En otras palabras, todas aquellas leyes que al elaborarse violen lo establecido en Ley y sus reglamentos independientemente de lo que contengan, de qué tan buenas o malas sean las pretendidas reformas, deben invalidarse.
Fuente de los Deseos: Ojalá los mexicanos exijamos al Presidente y a sus correligionarios que respeten la división de poderes, a las instituciones de la República y a la Constitución. Ojalá todos contribuyamos a desenmascarar los “cuentos presidenciales”.
Exsenador