La reciente aprobación de la prohibición de vapear a nivel de la Constitución o de las reformas a las leyes del Infonavit y Federal del Trabajo, tal y como fue la aprobación de la llamada Reforma al Poder Judicial, me confirmaron una vez más que la forma de legislar por parte de senadores y diputados del partido oficial y sus aliados es vergonzosa e irresponsable.
Pude observar, una vez más, cómo los diputados y senadores, salvo muy honrosas excepciones, ni siquiera se dan el tiempo de leer lo que aprueban o rechazan (quizá piensan que como tienen la orden de aprobarlo tal cual se los presentan, no tiene caso leerlo y menos analizarlo). También pude observar que al momento de debatir un dictamen —iniciativa— justifican su aprobación con discursos vacíos y populistas careciendo de verdaderos argumentos. Y con respecto a los posicionamientos de la oposición desgraciadamente observé más insultos y críticas que argumentos sólidos y propuestas alternas.
Observo cómo los legisladores si no son insultos no se escuchan ni se ven entre sí. Peor aún, observo cómo los legisladores no escuchan ni ven a los ciudadanos que se verán directamente afectados con la aprobación de la reforma en cuestión ni a los distintos expertos que sí conocen del tema a reformar. Aprobación que no solo pudiera ocasionar un daño considerable a los directamente afectados, sino que también renuncian a la posibilidad de enriquecer el dictamen en beneficio de los afectados y de la población en general. La aprobación a las leyes del Infonavit y Federal del Trabajo son un claro ejemplo, los senadores oficialistas aprobaron otorgarle facultades al director del Infonavit para disponer de las cuentas de vivienda de los trabajadores, dueños del dinero en esas cuentas, sin siquiera haberles consultado.
Pareciera que senadores y diputados oficialistas renunciando a su dignidad, a la esencia de un legislador y al compromiso establecido con sus electores —incluye a los que no votaron por ellos— llegan con la firme decisión de obedecer la instrucción supuestamente presidencial (la instrucción podría venir de Macuspana, Tabasco) de aprobar el dictamen, de inmediato y sin moverle una coma. Y tristemente los legisladores de la oposición llegan con la determinación de oponerse por oponerse. Desgraciadamente ninguno —salvo excepciones— llega y sostiene la convicción real y solida de decidir lo que sea mejor para la nación.
En suma, podemos observar tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados un dialogo de sordos, ciegos y probablemente ignorantes. Un dialogo que en nada beneficia a México.
Fuente de los Deseos: Ojalá todos los senadores y diputados legislaran sin prejuicios, resentimientos ni apetitos personales. Ojalá recuperaran la dignidad y la valentía que implica ser un legislador que cumple con su deber. Ojalá dejaran de ser lacayos, unos de la presidenta (y del expresidente) y otros de los dirigentes de sus partidos políticos.
Exsenador