Con el cambio de bando de los Yunes, papá e hijo, López Obrador y sus cuarenta ladrones han ganado dos corruptos más para su causa que gozarán de impunidad, a cambio de poder y sumisión al patrón. Su pasado les ha sido perdonado: ya gozan de la pureza de los niños recién bautizados. Su bienvenida, en el Senado, de pie y aplaudiendo, expresa el gozo por la conversión del corrupto y pederasta, como llamó AMLO a Miguel Ángel Yunes (papá). A partir de hoy los Yunes pueden vivir en paz: sus bienes mal habidos y sus transas les son perdonados.

El caso de los Yunes —y de muchos otros políticos: Javier Corral, los diputados de Oaxaca, los senadores del PRD y MC, entre otros—, era solo cuestión de tiempo y de un pequeño empujoncito para dejar de ser hipócritamente buenos, como lo hacen muchos actores políticos; a los que Vito Corleone López Obrador no se cansa de echárselos en cara.

El verdadero espectáculo lo dió Marko Cortés con su inocente y cándida confesión —de papá bueno que perdona todas las fechorías a cambio de obediencia—, cuando con tono de chantaje le recordó a Yunes papá todas las veces que los protegió y los sacó (como a borrachos de cantina) de problemas, con la fallida súplica de que una vez más lo hicieran, a cambio de su voto. O cuando publicó los ilegales negocios con los priístas de Coahuila a cambio de apoyo.

El problema del panismo no son solo estos malos panistas, sino su dirigencia, que conociendo las corruptelas dentro de sus filas no hace nada por corregirlas o expulsar a los malos militantes. Su lógica es que si los sueltan se van a ir a otro partido y perderían capital político y elecciones. Esa misma forma de pensar la aplican con candidatos —no de dudosa, sino de reconocida inmoralidad—, tránsfugas de otros partidos, a los que apoyan con sus siglas para que ganen elecciones.

La dirigencia del partido finge no saber que la delincuencia organizada también milita en el partido; que financia candidatos, que gobierna municipios y lo hizo ya en un gobierno estatal.

El tema de fondo —muchos lo han señalado— es la ausencia de moral en la vida política, social y económica de este país. En el caso del PAN, cuyo origen y trayectoria estuvo alineado con la rectitud y honorabilidad de sus principios, hoy deja mucho qué desear el papel de su dirigencia, que amenaza clonarse en Jorge Romero y su larga cola; por lo que no les extraña que haya mexicanos que solicitan un nuevo partido de derecha que los represente.

Es un hecho que Vito Corleone utiliza la presidencia y los órganos de inteligencia del Estado para su beneficio personal y de su partido; que cuenta con expedientes de otros panistas y opositores a los que puede chantajear con su sucio pasado, ya sea para neutralizarlos o para engrosar sus filas; y que, en su momento, tanto Cortés como Romero, por el tamaño de su cola, serán sometidos al mismo trato.

López Obrador no tiene interés en acabar la corrupción, sino administrarla a su favor (La corrupción es una posible fuente de financiación para el bienestar del pueblo. 13/03/2023). Si bien AMLO no tiene autoridad moral para señalar a otros de corruptos, sí tiene los mecanismos para castigar a los que no sean de su secta.

¿Los Yunes traicionaron al PAN y al país? Sí, pero desde antes, no sólo en la votación de la reforma. Su conducta nociva —tolerada en el blanquiazul— les reventó en las manos. ¿Como dice el dicho, “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”?

Periodista y maestro

en seguridad nacional

Google News