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¿Participar o no participar en la farsa democrática; la destrucción del Poder Judicial; la consolidación de un régimen autocrático; la narco partidización de juzgadores; y el agravamiento de los rezagos en justicia?
La supuesta reforma al Poder Judicial fue hecha como capricho personal de AMLO para acabar con la división y equilibrio de poderes; para someter a su persona a los tres poderes y consolidar su autocracia a través de interpósita persona.
Con falacias como acabar con la corrupción, agilizar la impartición de justicia y que el pueblo democratice la justicia eligiendo juzgadores, Andrés Manuel construyó narrativas para convencer al pueblo bueno de la genialidad de su ocurrencia. Para incluir al pueblo bueno minimizó los requisitos a una carrera terminada —leyes u otras— y a la inexperiencia en la impartición de justicia.
El gobierno no quiere erradicar la corrupción sino sumar al Poder Judicial a sus filas. El nepotismo, corrupción, ventajas a consentidos y las presiones de arriba para que jueces fallen a favor de una causa, cambiarán de actores, pero no se acabarán.
Es una farsa electoral porque la mayoría de las candidaturas ganadoras, designadas por las mafias de la 4t (AMLO, Adán Augusto, Ricardo Monreal, Arturo Zaldívar, los Batres, Alcalde, etc.), cuenta con el voto de Morena y sus patrocinadores. En algunos cargos la disputa será entre morenistas, como es el caso de la ministra pirata Yasmín Esquivel y la del pueblo, Lenia Batres.
El caso de los independientes con posibilidades de triunfar, las amenazas de muerte han logrado bajar a algunos. Falta ver si, como en las elecciones federales de 2021 y 2024, la delincuencia organizada asesinará a los que les estorban.
El Tribunal de Disciplina será el encargado de alinear a aquellos juzgadores que no sigan la línea de la 4t en temas sensibles: sancionará la inexperiencia, ignorancia o indisciplina de los desleales, independientes o ingenuos, y a los de la 4t se les protegerá, como lo hacen con los corruptos, pederastas, mafiosos o narcopolíticos, que forman parte de sus filas.
En lugar de reformar las fiscalías, donde más del 85% de los delitos quedan impunes por falta de investigación, mala integración de expedientes o corrupción de los ministerios públicos; de establecer calendarios y acortar los plazos de los juicios para acabar con los rezagos en la impartición justicia; de contratar y profesionalizar las estructuras de procuración e impartición de justicia, AMLO apostó por nombrar juzgadores leales a su corriente, cuyo triunfo puede lograr Morena. La justicia con criterios partidistas —no legales— ha dejado de ser novedad en nuestro país.
La complejidad de elegir tantos juzgadores —35 en Querétaro y 133 en CDMX—, la falta de casillas, la opacidad en los resultados —no se contarán in situ los votos— anticipa el acarreo de votantes.
Lo más importante no será quién ganó —Morena— ni los vicios, errores y corruptelas en el proceso, sino cuándo se llevará a cabo una nueva reforma para eliminar la inoperancia, corruptelas y los cotos de poder morenista, del narco y de grupos de poder. Las posibles reformas solo pueden venir de conflictos internos de la 4t, no de la nula oposición.
La experiencia de Bolivia, donde se obliga a los ciudadanos a votar —anular su voto—, permite anticipar el fracaso en México.
Como escribió Cristian Torres: “ya tenemos los resultados, solo faltan las elecciones” ¿Votar el 1 de junio; para qué?
Maestro en seguridad nacional