El cierre del sexenio acumula tantos hechos negativos para el país que nos llevan a la inevitable conclusión de que quien advirtió que Andrés Manuel era un peligro para México, tenía razón.

Y no es para menos: después del golpe de estado técnico que está a punto de dar acabando con el proceso democratizador del país, nos pone a un paso de la autocracia.

A AMLO lo mueve un profundo resentimiento social, la profunda necesidad de ser visto, una profunda insensibilidad social y un fuerte identificación con la figura e ideología de Fidel Castro.

Su protagonismo y su sed de poder hacen prever que el ejercicio del poder podría extenderse más allá del de Claudia Sheinbaum; por lo que esta mantendrá los tintes antidemocráticos y autoritarios de su jefe, por eso les urge consolidar los cambios constitucionales antes del término del sexenio.

Un recuento de los últimos acontecimientos nos permite apreciar cómo, de manera cínica, hipócrita e incongruente, se avanza en la consolidación del autoritarismo:

La entrega del Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López al FBI; el ilegal y prepotente rescate de Javier Corral, para impedir que rinda cuentas por el desvío de 92 millones de pesos; los dictámenes de los morenizados INE y TEPJF a favor de la sobrerrepresentación de Morena, misma que AMLO peleó para que esta no fuera posible en los gobiernos anteriores, pero para él sí; la campaña contra Lilly Téllez y Ricardo Anaya para que no sean senadores; la mentada de madre con el nombramiento del maestro de la bajeza, el insulto y la calumnia, Gerardo Fernández Noroña, en la presidencia del Senado, que terminará clausurando el diálogo y empobreciendo el debate; la compra de dos senadores del PRD para casi lograr la mayoría calificada en el senado; la grosera compra de 17 diputados del Verde a Morena para que controle la Cámara de Diputados.

También está la insensibilidad con la huelga de trabajadores del Poder Judicial, secundada por jueces y magistrados, enojados por ser considerados en la farsa de las consultas; la declaración del Consejo Mexicano de Negocios y del CCE, advirtiendo el riesgo de la sobrerrepresentación para la democracia y el diálogo nacional; las manifestaciones de estudiantes de Derecho de universidades públicas y privadas del país contra la aberrante y demencial reforma al poder judicial; el desdén hacia las madres de desaparecidos que exigen información sobre el paradero de sus hijos (hay más de 115 mil desaparecidos).

El despido de periodistas críticos (Televisa), por instrucciones del gobierno.

En el plano internacional, la declaración de los embajadores de Estados Unidos y Canadá señalando el riesgo que implica para el T-MEC la elección de juzgadores; la infantil puesta en pausa de la relación del gobierno con los embajadores (de risa loca).

El cierre del sexenio acontece en medio de una fuerte conflictividad política que acaba con la democracia como sistema de gobierno y nos acerca a la dictadura, el único régimen con que la izquierda sabe gobernar.

Aunque para muchos será motivo de festejo el aparente fin de gobierno de AMLO, también será de terror por la crisis en la que éste sumerge al nuevo gobierno.

El populismo lopezobradorista parece que continuará bajo los mismos términos con Claudia Sheinbaum y sus secuaces. Su afán destructor, su desprecio a la ley y a la democracia parecen no tener fin; lo mismo que su demagogia y el encubrimiento de los suyos.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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