Aunque desde Palacio Nacional se hace todo por subestimar el tema de Teuchitlán y evitar a toda costa que ensucie al actual gobierno, ha resultado infructuoso porque se repiten los mismos errores de Ayotzinapa: no se reconoce el problema ni se quiere resolver el conflicto, sino administrarlo, minimizando su importancia y gravedad, hasta que se desinfle; no se busca castigar a los responsables, sino encontrar a quién echarle la culpa; y no se hace nada para reparar el daño a las víctimas.

Teuchitlán es una pálida sombra de la crisis generada por 52 mil desaparecidos en el sexenio de Andrés Manuel y los más de 6 mil que van en este gobierno; presumen que ha bajado el número de muertos pero callan que ha crecido el de los desaparecidos. La desaparición de personas fue normalizada por AMLO en las mañaneras al minimizarlas y desatender el cúmulo de denuncias a lo largo de su sexenio; al acusar a las madres buscadoras de golpistas; al dejar inoperante a la Comisión Nacional de Búsqueda; al imponer el sub registro de las víctimas para tranquilizar su conciencia. En Teuchitlán se rompió el techo de violencia e impunidad de los cárteles, y de complicidad gubernamental, y eso es imborrable en la memoria histórica de este país.

Peña Nieto, aceptó que Ayotzinapa era un problema federal, pero trató de administrar el conflicto ocultando las complicidades del gobernador de Guerrero y del presidente municipal de Iguala. Sheinbaum niega la dimensión federal del conflicto y quiere asilarlo en lo estatal y municipal, pero encubre al verdadero causante de las tragedias: sonrisitas AMLO.

Con total ignorancia de la ley, Sheinbaum propone cosas que ya existen en ella, y que su predecesor y jefe se negó a cumplir; pretende que la eficacia de su gobierno esté en la localización y documentación de los hallazgos, antes que en la identificación y encarcelamiento de los culpables, y en evitar que la cifra de muertos y desaparecidos crezca.

Para la 4t el problema reside en las omisiones de la fiscalía de Jalisco, no en el hecho de que nada se hizo para erradicar estas prácticas. Desde hace años los campos de exterminio son vigilados por los cárteles, y han asesinado madres buscadoras que los localizan. Eso tampoco lo ha cambiado el segundo piso de la 4t.

Para colmo, se revictimizó a los deudos de los desaparecidos al invitarlos al campo de exterminio —que ellos habían localizado— para constatar que —por malicia o incompetencia— la autoridad borró las evidencias documentales, complicando la identificación de quienes allí yacen.

¿Cómo pretenden resolver esta crisis si no tienen los suficientes especialistas forenses para realizar la tarea? En los Semefos del país hay 72 mil cuerpos completos sin identificar. ¿Podrán hacerlo con huesos?

De nada sirve documentar pruebas si no se impiden otros asesinatos y desapariciones. El gobierno de Morena no combatirá al narco más allá de lo estrictamente necesario para cubrir el expediente con Trump. El encubrimiento y la complicidad siguen siendo los valores que los cohesionan.

A diferencia de la masacre de Ayotzinapa, en la que AMLO culpó al Estado del crimen, la sociedad tiene claro que en Teuchitlán no fue el Estado, sino Andrés Manuel, el cómplice de más de 270 mil muertos y desaparecidos. Hasta ahora, él es intocable.

Teuchitlán se convertirá en el Ayotzinapa de Sheinbaum, si solo apuesta por el olvido, como lo hizo López Obrador.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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