Como mutuo mal se ven y se tratan -en su respectivo círculo de cercanos- Claudia Sheinbaum, representante del populismo lopezobradorista, y Donad Trump, del populismo neoliberal. Ambos asumen actitudes antitéticas y de abierto desprecio a la forma de pensar del otro; y ambos argumentan que actúan buscando el bien de su país o, mejor, de sus intereses grupales.
Un gran número de mexicanos abriga la esperanza de que con la llegada de Trump, el lopezobadorismo corrupto, incongruente, incompetente y con nexos obscuros con la delincuencia organizada, encuentre en el nuevo presidente norteamericano su propio karma. Difícilmente podrán negarle lo que les exija.
Los desencuentros no serán por el irreal cambio de nombre del Golfo de México, sino por el señalamiento de que los cárteles tienen el control de México; y que el Gobierno mexicano está petrificado por ellos. Siendo la lucha contra los cárteles un eje de la política de Trump, éste no dudará en señalar los nexos de políticos mexicanos con los carteles.
Para Sheinbaum no será tan difícil cumplir los caprichos de Trump, siempre que no toque a AMLO (el único tema innegociable), quien al ya no ser presidente, podría ser reclamado por el gobierno de Estados Unidos para responder por diversos delitos, entre ellos por el supuesto financiamiento del narco a sus campañas de 2006, 2012 y 2018.
Sin embargo, la tramposa ley que supuestamente acaba con el fuero de los presidentes (26 noviembre de 2020), condiciona a que el Senado reciba y defina si dicha solicitud procede o no, lo que será improcedente porque los morenistas nunca entregarían a su jefe, convirtiendo su permanencia en el país y su libertad en un tema de seguridad nacional; garantizándole total impunidad y hasta entronizándolo con el mito del “héroe nacional perseguido por los adversarios del país”. Adicionalmente, tendrían el argumento de que entregar a un connacional a otra nación, según la ley creada por los morenistas con motivo de la entrega del Mayo Zambada, es considerado traición a la patria.
Para los mexicanos que esperan algo de Trump, la decepción vendrá con el hecho de que seremos los mexicanos los paganos de esos caprichos, no la 4t; acostumbrada a beneficiarse del poder con su característica obediencia perruna.
Para la 4T, incluida Sheinbaum, es prioritario fortalecer la postura marxista en el continente para contener al trumpismo, impulsando veladamente a los candidatos de este línea para que gobiernen sus países. El caso más visible es el inmoral aval al impresentable Maduro, en Venezuela, al que AMLO y Sheinbaum protegen pese a que no puede probar que ganó la elección.
La soberbia morenista requiere moderarse porque acusar a Trump de fascista, prepotente, déspota, por hacer lo que quiere, es escupir al cielo ya que el mandato de los votos -que reclaman para sí- él también lo tiene; reclamarle a Trump la desatención a los legítimos intereses de otros grupos, cuando en Morena tampoco lo hacen.
La incompatibilidad ideológica Sheinbaum-Donald Trump, es extrapolada por la visión generada por el señalamiento de que los mexicanos somos el enemigo perenne de los Estados Unidos —del desaparecido Samuel Huntington, que permea a diferentes grupos políticos de EUA—, y por el revanchismo histórico antiyanqui de los morenistas, que suelen usar cuando les conviene, aunque -en privado- negocien cosas que no le convienen a México, como lo hizo AMLO en el tema migratorio, entre otros.
Periodista y maestro en seguridad nacional