Querétaro, conocido por su crecimiento industrial y atractivo para inversiones nacionales e internacionales, enfrenta un desafío que no puede ser ignorado: la inseguridad. Según la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE) que realiza cada dos años el INEGI, el 59.5% de las empresas en el estado, durante el 2023, identificaron la “inseguridad y delincuencia” como un problema prioritario. Además, reportaron pérdidas por más de mil ochocientos sesenta millones de pesos, una cifra significativa que evidencia los efectos del crimen en el sector productivo.
Entre los delitos más comunes se encuentra la extorsión, señalada por el 51.7% de las empresas como el que más impacto tiene en sus operaciones. Según el líder de Coparmex en el estado, estas extorsiones podrían tratarse de llamadas telefónicas con las que se busca estafar a los empresarios. No obstante, los participantes de la encuesta también señalaron el robo o asalto a bienes y dinero (13.9%). Estas cifras son un recordatorio de los retos que enfrentan las empresas y de la importancia de actuar para prevenir que estos problemas limiten su crecimiento y competitividad. El 18% cambió sus horarios de producción o comercialización, el 16% dejó de manejar efectivo en sus negocios y el 8% canceló planes de crecimiento. En promedio, gastaron 64 mil 269 en medidas de protección.
Querétaro tiene el potencial de convertirse en un referente de resiliencia empresarial en México. La combinación de un entorno industrial dinámico, un sector privado activo y una ubicación estratégica puede ser clave para transformar el impacto de la inseguridad en oportunidades de desarrollo. Pero para lograrlo, es fundamental que los líderes empresariales actúen de manera preventiva, fortaleciendo el entorno en el que operan y trabajando en conjunto para proteger sus intereses. A nivel internacional, existen ejemplos de empresas que han trascendido sus funciones habituales para emprender proyectos que fomentan la cohesión social y la resiliencia económica. Por ejemplo, en Tailandia, el Proyecto Doi Tung revitalizó comunidades dependientes de economías ilícitas a través de cadenas de valor sostenibles que integraron a las comunidades en actividades agrícolas y textiles. En el norte del Líbano, pequeñas empresas de carpintería emplean a personas de diversas sectas y refugiados sirios, fomentando interacciones intergrupales que reducen tensiones en un entorno marcado por divisiones comunitarias. En Colombia, mipymes lideradas por mujeres en zonas de conflicto han logrado fortalecer la cohesión social y el empoderamiento económico, sentando un precedente de cómo las empresas pueden contribuir a la construcción de paz en contextos adversos.
Se trata de aprovechar el potencial del sector privado como actor clave en la construcción de paz y desarrollo sostenible. La seguridad no es solo un desafío; también puede convertirse en una oportunidad para que las empresas demuestren que tienen un papel protagónico en el bienestar de las comunidades donde operan. Al final, un entorno más seguro y estable beneficia a todos, empezando por quienes invierten, trabajan y confían en Querétaro como un lugar para crecer. No esperemos a que el problema se salga de nuestras manos
Investigadora de la UNAM.
Campus Juriquilla.